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¡Alivio magnífico!

Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.Selah.Salmo 32:5.

Como un duchazo frío, limpiador, en un día caluroso, sudoroso, el perdón de Dios nos limpia no sólo de los pecados sino también de su culpa que atormenta.   Dios va a lo más profundo de nuestro ser y provee ese magnífico alivio que sólo Él puede dar: PAZ...
Si usted está albergando algún pecado, si está escondiendo unas cuantas regiones secretas de pecado, no espere disfrutar de libertad de la culpa, hijo o hija de Dios.  Hay un axioma no dicho enhebreado en todas las Escrituras.  El pecado secreto no puede coexistir con la paz interna.  La paz vuelve sólo cuando confesamos por completo nuestros pecados y los olvidamos.  Pocos hostigamientos son más agobiantes que el hostigamiento de una conciencia no perdonada.  ¡Es horroroso!  Y pocas alegrías son más aliviadoras que tener los pecados perdonados.  ¡Es maravilloso!   

(Viviendo por Encima del Ajetreo Diario)
Libro:  Sabiduría Para el Camino .
Autor : Charles R. Swindol
Editorial : Grupo Nelson.

Escrito por:   Charles R. Swindol.    Fecha de publicación  1/19/2010 11:02 AM
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