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¡Carta a una Iglesia espléndida,que había dejado su primer amor!
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La Asamblea (Ap.2:1) La ciudad de Efeso era como la puerta de acceso a Asia, con un puerto de aguas profundas sobre el Mar Egeo y fluido tránsito comercial por tierra. Tenía unos 150.000 habitantes, era principal centro político, económico y religioso de Asia Menor. En ella se levantaba el Templo de Diana, una de las 7 maravillas del mundo antiguo, centro de paganismo e inmoralidad inusitada. Leyendo Hch.19 nosotros podemos saber de la fundación de la iglesia en aquel lugar, la proyección misionera que tuvieron Pablo y sus discípulos alcanzando a partir de su Centro de Discipulado, Instrucción y Evangelismo Misionero, a toda Asia con el Evangelio. Fue en ese tiempo evidentemente cuando se fundaron las 7 iglesias en las 7 localidades a las que el Señor enviará sus breves pero contundentes cartas. En Hch.19 también leemos del tremendo impacto que el evangelio llegó a tener sobre Efeso y alrededores, ya que en un acto público muchísimos creyentes quemaron en una gran hoguera sus libros de magia, el precio de los cuales sumaba una fortuna. Además leemos allí el registro histórico de cómo el avance de la fe cristiana llegó a afectar el negocio de la fabricación y venta de templitos de Diana al punto tal que todos los involucrados en el negocio provocaron un enorme e histórico tumulto público contra Pablo y algunos de sus hombres en el teatro de la ciudad. Pablo permaneció en Éfeso desde el año 53 al 56. En Hch.20 Pablo encomendó a los Ancianos a una nueva etapa de responsabilidad puesto que él ya no regresaría nunca más a Éfeso. Corría el año 61 cuando Pablo escribió a los Efesios, desde prisión en Roma, y les recordó por su amor y les aconsejó no olvidarse de andar en amor (Ef.1:15; Ef.5:1-2). En esta carta, entre verbos y sustantivos, se menciona 19 veces “el amor”, y termina su escrito destacando la importancia de amar al Señor con amor inalterable. Tiempo después Timoteo cumplió funciones de pastor en aquella ciudad (1Tim.1:3-4), y en los años posteriores el Apóstol Juan. El Autor de la carta (Ap.2:1) El Señor se presenta como el que tiene los 7 mensajeros principales en su mano derecha y como el que anda en medio de las 7 iglesias. Aquella iglesia, en un sentido madre de las demás, debía comprender que el Señor era dueño de Su iglesia y Sus iglesias, y además Dueño y Señor de sus ministros. El había sido el Señor en la época del esplendor y apogeo de la obra en Efeso y alrededores. Ahora, 43 años después, en la época de persecuciones romanas, tiempos de agresiones sobre los creyentes y maltrato sobre sus siervos, El seguía teniendo el control, El era el Todopoderoso a quien nadie podía ni derribar ni destituir. La Aprobación (Ap.2:2-3) La trayectoria y los méritos de la iglesia en Efeso son encomiables. Uno lee y relee estos 2 versículos y no puede mas que imaginar, hasta donde nosotros podemos observar, una iglesia notable. La Admonición (Ap.2:4) Pero el que ve más allá de lo que nosotros podemos observar, el que escudriña más allá de lo que nosotros podemos profundizar, descubre y les denuncia que ellos habían abandonado su primer amor. Campbell Morgan, en su libro Las Cartas de Nuestro Señor Jesucristo (páginas 32 a 38), palpita lo que el Señor quería decir: “... la emoción, el entusiasmo y la energía faltan ...carecen del elemento de ese entusiasmo, que es imprudente a los ojos calculadores del mundo ... no oigo el cántico fuera de las determinadas horas ...en vano espero el aroma de un nuevo alabastro de nardo. Todo celo por el Maestro que no es el resultado de amor hacia El carece de valor.... el espíritu, el tono, el temperamento de la iglesia ha cambiado.” Ya lo había dicho Pablo en 1 Co.13:1-3. Por más grandilocuentes que sean mis capacidades y mis obras, si no tengo amor, soy como metal que suena, nada soy, y lo que hago de nada me sirve.
La Advertencia (Ap.2:5) El Señor les dice “Recuerda de donde has caído”. Para nosotros caer es sinónimo de cometer pecados graves o groseros, para él, caer sucede mucho antes de eso, cuando se deja de lado el amor en el corazón por los demás y por el Señor. Bueno es “recordar”, traer a la memoria los días pasados (Heb.10:32), para recapacitar y poder recomenzar. “Arrepiéntete”, cambia tu mentalidad. Se deslizó tu manera de pensar estos años, ahora vuelve a pensar como al principio. “Haz las primeras obras”, las que quedaron reflejadas en Hch.19, con el gozo de servir al Señor. “Si no quitaré tu candelero de su lugar”. La gran organización seguirá funcionando por un tiempo a los ojos de los hombres, pero la luz del Evangelio será emitida por otra iglesia, otro lugar, otra persona, que ponga su corazón en Dios y su compasión en la gente. Un Atenuante (Ap.2:6) Como atenuante de la advertencia que sonó tan seria, les marca que aún tienen algo bueno que todavía no les había mencionado. Ellos aborrecían las obras de los nicolaítas, como también el Señor las aborrecía. Porque no se había referido al amor romántico o al sentimentalismo indebido por la gente. El amor verdadero aborrece el error, el engaño y la mentira. El siervo consagrado sostiene y comunica la verdad en amor, y con amor comunica la verdad absoluta. Muchos comentaristas no saben a que se refería con el término Nicolaítas. Alguno opina que predicaban una vida cristiana liviana y licenciosa, aparentemente en nombre de la gracia. John Walvoord dice que ha habido mucha especulación concerniente a la identidad de los Nicolaítas, pero las Escrituras no nos especifican quienes eran. Aparentemente eran una secta equivocada en práctica y doctrina. Charles Ryrie dice que parece ser que era una secta que abogaba por el libertinaje en materia de conducta cristiana, incluyendo el amor libre, aunque algunos opinan (como Scofield) a base del significado del nombre (“conquistando al pueblo”), que se trataba de un grupo que promovía una jerarquía clerical distinguida de los laicos. ¿No será que se había formado en esta espléndida y multitudinaria iglesia una casta superior de liderazgo por encima de los hermanos comunes, que gobernaban “por exigencias” los ministerios de la iglesia, y eso había hecho que tanto unos como otros dejaran el primer amor? Es probable, los hombres suelen hacer éso. La Apelación (Ap.2:7) Esta es una promesa hermosa. Al que venciere en la lucha que se plantea, el Señor le dará a comer del árbol de la Vida que esta en medio del Paraíso de Dios. El árbol que al principio estaba en el jardín del Edén (Gn.3:22), ahora dice el Señor que está en el Paraíso de Dios (parece indicar el Cielo, Lc.23:43, 2 Co.12:4). También lo tendremos en la Nueva Jerusalén (Ap.22:2,14). Alimento precioso que Dios creó y preparó hace siglos para nosotros. ¿Será que se había perdido en Efeso la abundante alimentación de la Palabra de Dios que tuvieron al principio con Pablo, aunque la “actividad eclesiástica” no había cesado? Es probable, suele suceder. Parece ser que el gran incentivo y el gran privilegio será que el Señor mismo nos convide en forma personal de ese fruto maravilloso, alimento precioso a nuestro ser. ¡Animo¡ Aliméntate de la Palabra escrita, haz las primeras obras, renueva tu primer amor.
Si desea estudiar todas las cartas a las Iglesias que aparecen en Apocalipsis, lo puede hacer estudiando el Curso Cartas para la Vida del Ciclo Estudios de Vida y Hogar Cristiano.
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Escrito por:
Raúl Ferrero.
Fecha de publicación
3/12/2010 2:05 PM
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