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¿Qué es la santificación?
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La palabra santificar significa básicamente poner aparte. Tiene la misma raíz que las palabras santo y santificado. Tiene la santificación tres aspectos para el cristiano. El primero se llama usualmente santificación posicional. Sencillamente es la posición de que goza cada cristiano en virtud de pertenecer a la familia de Dios por la fe en Cristo. Significa ser apartado como miembro de la familia de Dios y es verdad a pesar del grado de espiritualidad de uno. A los corintios carnales, con todos sus problemas de pecado, les escribió Pablo: « ...mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios ( 1 Co. 6: 1 1 ; los tiempos de los verbos griegos indican hechos cumplidos, no algo por alcanzar). Por lo tanto, hay un sentido en que todos los creyentes son santos porque están santificados (véanse también 1 Co. 1 :2; He. 10: 10). El segundo aspecto de la santificación es la experiencia constante o el trabajo progresivo de continuar aparte durante toda nuestra vida de cristianos. Cada exhortación de la Palabra en cuanto al vivir santo se relaciona con este aspecto de la santificación ( 1Pedro 1: 16), y este es el campo en que se mueve la espiritualidad bíblica. Pero también hay otro sentido en que no seremos completamente apartados para Dios hasta aquel día cuando veremos a Cristo y seremos semejantes a Él (1 Jn. 3: 1-3). De modo que hay un aspecto de la santificación, llamado normalmente última santificación, que espera nuestra completa glorificación con cuerpos de resurrección (Ef. 5:26, 27; Jud. 24, 25). La santificación progresiva es el proceso de maduración de una vida que refleja verdaderamente nuestra posición, mientras que la santificación última tiene lugar cuando nuestra práctica y nuestra posición están de perfecto acuerdo. Hay una ilustración excelente, aunque sencilla, de estas tres fases de la santificación. Trata de una niñita que acababa de salir de una dulcería donde gastó su dinero en un helado de chocolate. Descubrió que se acercaba por la calle a su encuentro su mejor amiga. Siendo una niña bien educada, se dio cuenta que, si no pensaba en otra salida, tendría que ofrecerle el helado a su pequeña amiga. Aquel dilema entre la cortesía y su apetito lo solucionó rápidamente, mediante una acción que santificó el helado para su propio uso exclusivo. Aquella acción fue lamer el helado por ambos lados antes de que llegara su amiga. Por lamer así el helado se lo apartó para sí misma; ya no era cosa que su amiga querría. Esto es como la santificación posicional. En el momento en que recibimos al Señor como Salvador, Dios nos separa para Sí, instantáneamente, seguramente y para siempre. Pero aquella primera lamida no significaba mucha asimilación del helado de chocolate para la astuta chiquilla. Sin embargo, pronto cuidó de ese asunto. Siguió lamiendo una y otra vez hasta hacerlo enteramente suyo en la práctica como ya era en posición. Esto es la santificación progresiva y es un proceso que continúa durante toda la vida. Pero finalmente llegó el momento cuando el helado pasó todo por su boca y llegó al estómago, cuando ella lo poseía del todo. Así será con nosotros cuando vayamos a estar con Cristo. Entonces seremos completamente santificados o apartados totalmente y poseídos de Él. Pero es ese proceso de ser hechos en la práctica lo que ya somos en posición y lo que seremos finalmente el que constituye el madurar de la vida del cristiano, y es algo que puede ser realizado por varias personas y modos. Se simplifica demasiado al decir que Dios lo hace todo y equivocadamente se razona que Él lo hace aparte de todo medio. Si desea estudiar más sobre Cómo somos santificados, le motivamos a estudiar el curso Equilibrio en la Vida Cristiana, lecciones que encuentra en el Ciclo de Estudios de Vida y Hogar Cristiano.
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Escrito por:
Charles Ryrie.
Fecha de publicación
9/23/2010 9:40 AM
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