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Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor.
Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio.Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas él no los aceptó. Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, que él había puesto al servicio de ella, y lo mandó a Mardoqueo, con orden de saber qué sucedía, y por qué estaba así.
Salió, pues, Hatac a ver a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta del rey. Y Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y le dio noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos. Le dio también la copia del decreto que había sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que la mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo. Ester 4:1-8

En su experiencia, ¿se ha dado cuenta de cómo el sufrimiento acerca a la gente?  ¿Ha observado cómo las personas unen sus fuerzas para responder ante los desastres?  El sufrimiento nos obliga a tomarnos de las manos y a acercarnos íntimamente.  ¡La aflicción jamás ha arruinado a una nación! Las dificultades no dividen a las familias. ¡La riqueza sí!, pero no las dificultades.  Las dificultades y aflicciones empujan a todo el mundo al mismo nivel y con el mismo objetivo: la supervivencia. Por esto no nos sorprende que los judíos estuvieran llorando, lamentándose y ayunando juntos. 
Mardoqueo no sólo le informa a Ester a través de su servidor todo lo que ha sucedido, incluyendo los detalles en cuanto a la cantidad exacta de dinero que había en el asunto, sino que también le envía evidencia oficial, es decir una copia del texto del edicto. “Que tu reina lea esto”, le dice. “Esto fue sellado con el anillo del rey.”  Mardoqueo no perdió el control de sus emociones; tampoco exageró. Fue cuidadoso con la información que envió.
¿Por qué destaco esto? Porque vivimos en tiempos de rumores, cuando son pocas las personas que transmiten información precisa y confiable.  ¿Es usted una de ellas?  ¿Tiene cuidado con lo que dice? Aunque hay ocasiones en las que es correcto comunicar información necesaria e importante a las fuentes adecuadas, cada vez son más preocupantes los rumores y la información tendenciosa.  Las medias verdades y las insinuaciones se convierten en historias picantes que llegan a lenguas no confiables. No hay manera de estimar el número de personas que han sido dañadas por los rumores, las exageraciones y las habladurías. Es posible que usted haya sido víctima de esto. Tenga cuidado con aquello que dice. Tenga cuidado cómo lo dice y asegúrese de enviar el mensaje correcto, a la persona correcta y por el motivo correcto.

Escrito por:   Charles R. Swindoll.    Fecha de publicación  2/22/2011 1:33 PM
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