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Comprensión, por favor - Job
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Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza. Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Job 2:7-9.
Quiero confesar que por mucho tiempo en mi ministerio fui injusto con la esposa de Job, especialmente porque ella no estaba presente para defenderse. Pienso que fue probablemente por inmadurez de mi parte, y porque, además, no había estado casado por mucho tiempo como para ser más prudente al decir esas cosas. Por tanto, no puedo dejar este vistazo fugaz de la señora Job en esta historia, sin decir las cosas como son y hablar en su defensa. Ahora que usted ha visto el increíble desastre que compartieron los dos, ¿nos resulta un poco más fácil comprender por qué ella pudo decir: “Job, querido, pongámosle fin a esto? No sigas. No puedes continuar viviendo así, y yo no puedo soportarlo. Maldice a Dios, y pídele que te lleve al cielo a estar con Él.” Yo lo comprendo. Ella ha llegado al límite y está dispuesta a dejar que se marche. No estoy justificando el razonamiento de esta mujer sino más bien tratando de entenderlo. Tenga siempre cuidado con sus palabras En este momento deseo decirle algo, cuando su marido esté pasando por momentos terriblemente difíciles. Quiero confesarle algo acerca de nosotros los hombres. Básicamente, quiero que recuerde esto: 1. Los períodos prolongados de dificultades serias, debilitan a la mayoría de los hombres. Pero, por alguna razón, los problemas parecen fortalecer a las mujeres; nosotros las admiramos por eso. 2. Los hombres nos debilitarnos cuando nos golpea la aflicción y esta no nos deja. 3. En nuestra debilitada condición perdemos nuestra objetividad y a veces nuestra estabilidad. 4. Nuestro discernimiento también es afectado y nuestra determinación disminuye. 5. Nos volvemos vulnerables, y la mayoría no sabemos cómo manejarnos en ese frágil estado mental. Por eso, a la luz de todo esto, escúcheme por favor necesitarnos la clara perspectiva, la sabiduría y la fuerza espiritual de las esposas. Pero más que todo: a. Necesitamos que oren por nosotros como nunca han orado antes. b. Necesitamos no sólo sus oraciones sino también su apoyo emocional. c. Necesitamos que ustedes tomen la iniciativa de actuar. d. Necesitamos sus palabras de confianza y aliento. A nosotros los hombres nos resulta difícil decir: “Te necesito ahora mismo.” Mi esposa puede decirle que durante los primeros diez años de matrimonio, ella nunca pensó que yo la necesitaba. Pero finalmente lo reconocí y aprendí cómo decirlo. En las horas solitarias de la prueba de un gran hombre, ninguna palabra de otros significa tanto para él como las palabras de su esposa. Esa es una de las razones dadas por Dios para unirles como marido y mujer. Cuando nosotros los esposos perdemos el rumbo, ustedes las esposas nos ayudan a encontrarlo de nuevo.
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Escrito por:
Charles Swindoll
Fecha de publicación
6/24/2011 10:00 AM
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