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Operación llegada
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Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Gálatas 4:4
Por mucho tiempo no entendía cómo funcionaba la industria de fabricación de automóviles. Pensaba que cuando alguien quería un coche nuevo, se iba a la distribuidora local, le daba unas cuantas patadas a unas pocas llantas, daba unos cuantos portazos, traveseaba con radios, cubiertas de motor y portamaletas. Entonces regateaba con el vendedor, discutía precios, escogía su color favorito, y lo ordenaba. Me figuraba que cuando la fábrica recibía los detalles de la orden, se dedicaban frenéticamente a buscar en su inventario la rueda correcta del volante, el motor apropiado, los cromados, y las tapas de las ruedas, y luego se aseguraban de que todo se instalara de forma correcta antes de embarcarlo. Es decir, algo así como dar los últimos toques a la comida con algo que haya en la cocina. Pero no es así para nada. Para mi sorpresa, descubrí que una tarjeta de computador pone en movimiento docenas de contactos por todo el país. Una fábrica sólo hace motores. Otra los vidrios y partes de plástico. Alguna otra fábrica hace las ruedas del volante, y otra más la alfombra y tapizados. Cuando alguien ordena un coche, eso desata acción en todas estas áreas relacionadas. Y, se espera, que justo en el momento preciso las cosas especiales lleguen a la planta de ensamblaje en donde todo se arma; todo, desde los pernos de los guardachoques hasta las plumas del parabrisas. Y en un período de tiempo relativamente breve, un coche nuevo y reluciente rueda saliendo de la línea de ensamblaje, se le embarca en un camión de transporte, y se le envía a su destino apropiado. ¡Qué ingenioso y asombroso arreglo han diseñado los fabricantes! ¡Y hace doscientos años eso ni siquiera se soñaba! Ahora bien, si el ser humano pudo concebir un plan tan complejo y organizado como todo eso, piense en cuánto más eficiente fue el arreglo de Dios . . . hace más de dos mil años. Me refiero a los acontecimientos perfectamente sincronizados que rodearon al nacimiento del Salvador. Con toda certeza, no fue una ocurrencia de sopetón. Las Escrituras nos aseguran que cuando llegó el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo (Gálatas 4:4). ¡Declaración fantástica y maravillosa alabemos a Dios por su bendito amor hacia nosotros!
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Escrito por:
Charles R. Swindoll
Fecha de publicación
12/5/2011 9:12 AM
Número de visitantes
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