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La belleza de nuestro Cristo... Hoy, Su Encarnación
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Al considerar la encarnación deben de admitirse dos verdades importantes : 1) Cristo fue al mismo tiempo, y en un sentido absoluto, verdadero Dios y verdadero hombre. 2) Al hacerse Él carne, aunque dejó a un lado su Gloria, en ningún sentido dejó a un lado su deidad. En su encarnación Él retuvo cada atributo esencial de su deidad. Su total deidad y completa humanidad son esenciales para su obra en la cruz. Si Él no hubiera sido hombre, no podría haber muerto; si Él no hubiera sido Dios, su muerte no hubiera tenido tan infinito valor. Juan declara (Jn. 1:1) que Cristo, quien era uno con Dios y era Dios desde toda la eternidad, se hizo carne y habitó entre nosotros (1: 14). Pablo, asimismo, declara que Cristo, quien era en forma de Dios, tomó sobre sí mismo la semejanza de hombres (Fil. 2: 6-7); «Dios fue manifestado en carne» (1 Ti. 3 :16) ; Y Él, quien fue la total revelación de la gloria de Dios, fue la exacta imagen de su persona (He. 1 :3). Lucas, en más amplios detalles, presenta el hecho histórico de su encarnación, así como ambos su concepción y su nacimiento (Lc.1: 26-38; 2: 5-7). La Biblia presenta muchos contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que Cristo en su persona debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Las ilustraciones de estos contrastes en las Escrituras son muchas: - Él estuvo cansado (Jn. 4:6), y Él ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mt.11:28). - Él tuvo hambre (Mt. 4:2), y Él era «el pan de vida» (Jn. 6:35). - Él tuvo sed (Jn.19:28), y Él era el agua de vida (Jn. 7:37). - Él estuvo en agonía (Lc. 22:44), y curó toda clase de enfermedades y alivió todo dolor. - Aunque había existido desde la eternidad (Jn. 8:58), Él creció «en edad» como crecen todos los hombres (Lc. 2:40). - Sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no podía ser tentado. - Se limitó a si mismo en su conocimiento (Lc. 2: 52), aun cuando Él era la sabiduría de Dios. - Refiriéndose a su humillación, por la cual fue hecho un poco menor que los ángeles (He. 2:6-7), Él dice: «Mi Padre es mayor que yo» (Jn. 14:28); y «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30), y «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre » (Jn. 14:9). - Él oraba (Le. 6 : 12), y Él contestaba las oraciones (Hch. 10:31). - Lloró ante la tumba de Lázaro (Jn. 11: 35), y resucitó a los muertos (Jn. 11:43). - Él preguntó: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?» (Mt. 16: 13), y «no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre» (Jn. 2:25). - Cuando estaba en la cruz exclamó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mr. 15:34). Pero el mismo Dios quien así clamó estaba en aquel momento «en Cristo reconciliando al mundo a sí» (2 Co. 5: 19). - Él es la vida eterna ; sin embargo, murió por nosotros. - Él es el hombre ideal para Dios y el Dios ideal para el hombre. De todo esto se desprende que el Señor Jesucristo vivió a veces su vida terrenal en la esfera de lo que es perfectamente humano, y en otras ocasiones en la esfera de lo que es perfectamente divino. Y es necesario tener presente que el hecho de su humanidad nunca puso límite, de ningún modo, a su Ser divino, ni le impulsó a echar mano de sus recursos divinos para suplir sus necesidades humanas. Él tenía el poder de convertir las piedras en pan a fin de saciar su hambre; pero jamás lo hizo.
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Escrito por:
Lewis Sperry Chafer
Fecha de publicación
12/9/2011 4:53 PM
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