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Cristo sorprende a Pedro
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¡El solo hecho de estar dentro de un bote no es una condición suficiente para ser reconocido como un experto pescador! Pedro y sus compañeros tuvieron una noche difícil, pues aunque habían lanzado las redes muchas veces, no pescaron nada. Sin pronunciar una sola palabra, terminaron de limpiar sus redes y las estaban guardando. Por esa razón se sorprendieron cuando oyeron que Cristo dijo: .. Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar . Había algunas reglas muy conocidas acerca de la pesca en Galilea. Durante varios años Pedro y sus amigos observaron los hábitos de la pesca, las horas y los lugares más factibles para obtener un buen resultado. Si sus compañeros le hubieran aconsejado, habrían sido rechazados por Pedro, pero en ese momento era confrontado por la orden de un hombre al cual había llegado a respetar, y a quien consideraba el Mesías prometido. ¿Cómo debía responder a una solicitud, tan obviamente equivocada? Pedro estaba exhausto a causa del fracaso de la noche anterior y deseaba afirmar que ya habían intentado lo mejor: . . . Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red (Lc. 5:5). Casi podemos escuchar un suspiro de desesperanza en el tono de su voz. Si ellos no habían pescado nada durante el tiempo favorable, ¿cómo se podía esperar que cogieran algo ahora? Si la orden era sabia o no, para su reconocimiento eterno, Pedro obedeció. Existían dos razones por las cuales la orden de Cristo era aparentemente insensata. Primero: Era el tiempo equivocado. En Galilea, la noche, especialmente la madrugada, se constituía en el tiempo más apropiado para la pesca. Esto explica por qué habían estado pescando toda la noche. Aunque no habían cogido nada, la noche, más que el día, ofrecía la mejor oportunidad para pescar. Esta noche, en particular, los peces no tenían hambre, ni eran atraídos por el movimiento de las redes en el agua. Si ninguno había caído durante la noche, mucho menos en el calor del día. Segundo: Era el lugar equivocado. Todo pescador sabía que el mejor sitio para pescar era a lo largo de la orilla, no en las aguas profundas. Así que ir mar adentro con un bote lleno de redes significaba hacer el ridículo ante aquellos que se paseaban por la playa. ¡Solamente un carpintero podía desconocer las reglas tradicionales de la pesca! Insensato o no, Pedro no tenía escapatoria ante una orden tan clara. Si Cristo, iba a ser su Maestro, su autoridad también se extendería al negocio de la pesca. No puede haber dos capitanes en el mismo barco, así que en obediencia, Pedro tiró las redes. Este
milagro habría de ser una experiencia pedagógica. El Escultor divino estaba
moldeando la vida de Pedro y las de sus compañeros. Si Simón iba a ser una roca,
su obediencia debía ser probada, y el cincel puesto a funcionar en su alma.
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Escrito por:
E. Lutzer - Cincelado por la mano del Maestro
Fecha de publicación
4/11/2012 4:37 PM
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