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Cuando la reina dijo ¡No!
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Comenzando la historia en Ester observamos cuando un desacuerdo familiar da paso a una crisis nacional. Empecemos familiarizándonos con el rey. Su nombre persa era Khshayarshan, que en hebreo es Asuero y en la lengua griega es Jerjes. Su padre fue Darío I, y su abuelo fue Ciro el Grande; de manera que procedía de una ilustre familia. Asuero reinó sobre el Imperio Persa desde el 486 al 465 a.C. El imperio estaba dividido en veinte satrapías, las cuales a su vez estaban divididas en provincias; y el rey era el soberano absoluto. Al igual que la mayoría de los reyes de aquel tiempo, Asuero era un hombre orgulloso; y en este capítulo vemos tres evidencias de su orgullo. Primero veamos:
Su jactancia (Est. 1:1-9) ¿Cuál era el propósito detrás del banquete para los nobles y funcionarios del imperio? Las Escrituras no nos lo dicen, pero la historia secular sí. El historiador griego Heródoto (485-425 a.c.) puede referirse a estos banquetes en su Historia, donde declara que Asuero consultó con sus consejeros y funcionarios acerca de una posible invasión de Grecia. Darío I, padre de Asuero, había invadido Grecia y había quedado completamente derrotado en Maratón en el 490. Darío murió en el 486 a.C. mientras hacía preparativos para regresar a Grecia y vengarse de la derrota sufrida; y ahora su hijo se sentía obligado a vengar a su padre y extender su imperio al mismo tiempo. Heródoto explica que Asuero planeaba invadir toda Europa y "reducir toda la tierra a un solo imperio". Era importante que Asuero impresionara a sus nobles y jefes militares con su riqueza y poder. Cuando ellos vieron las columnas de mármol, las espléndidas cortinas colgando de anillos de plata, los divanes de oro y plata, los bellísimos mosaicos y baldosas de mármol, y las doradas mesas de servicio, ¿qué podían hacer ellos sino someterse al rey? A semejanza del vendedor que te lleva a un restaurante de primera clase para una cena distinguida, el rey quebrantó la resistencia de sus oficiales. Al ser el mismo un hombre orgulloso, sabía cómo apelar al orgullo de otros. Lamentablemente, esta exhibición ostentosa de riquezas no pudo garantizar a los persas la victoria militar. Aunque lograron algunas victorias iniciales, en el 480 a.C., la flota persa fue derrotada en Salamina, mientras que el rey sentado en un trono contemplaba la batalla; y en el 479 a.C. el ejército persa fue derrotado en Platea. Esto terminó con los sueños de Asuero de un imperio mundial. Si alguna vez un hombre debería haber aprendido la verdad de Proverbios 16:18, este era Asuero: "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu". Las personas en autoridad deben recordar que todo autoridad viene de Dios (Ro. 13:1) y que solo Él está en control completo de todo. Faraón tuvo que aprender esta lección en Egipto (Ex. 7:3-5); Nabucodonosor tuvo que aprenderla en Babilonia (Dn. 3-4); Belsasar la aprendió en su blasfemo banquete (Dn. 5); Senaquerib la aprendió a las puertas de Jerusalén (Is. 36-37); y Herodes Agripa I la aprendió mientras moría comido por los gusanos (Hch. 12:20-23). Todo hombre o mujer en un lugar de autoridad es solo el segundo en el mando, porque solo Jesucristo es Señor sobre todos y sobre todo. Estudie la apasionante historia del reinado Persa y sus conflictos, aprenda de Ester y sobre el control de Dios en todas las cosas. Comience a escuchar y estudiar la hermosa serie Seamos Dedicados. Encuentra estas y otras series maravillosas en el Ciclo de Estudios de Libros de la Biblia. Inscríbase hoy mismo, estudiar en el Instituto Bíblico de BBN, es totalmente Gratis.
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Escrito por:
W. Wiersbe - Seamos Dedicados
Fecha de publicación
4/27/2012 4:24 PM
Número de visitantes
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