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Debemos darnos a nosotros mismos a Dios

Ahora que los muros y las puertas de Jerusalén estaban restaurados (Neh. 11:1-12:26) , era importante que los judíos habitaran en su ciudad capital e hicieran que creciera la población. Necesitaban proteger la ciudad porque nunca sabían cuándo podía atacar el enemigo. Puede que fuera más cómodo y seguro para ellos vivir en las pequeñas aldeas de las cercanías donde nunca representarían una amenaza para la sociedad gentil, pero alguien tenía que sacrificarse y arriesgarse y trasladarse a la gran ciudad.
Por otra parte, si las personas de verdad amaban a Dios y a su ciudad santa, querrían vivir allí, aunque solo fuera como un testimonio para los gentiles escépticos alrededor de ellos. Después de todo, ¿para qué reedificar la ciudad si no planeaban vivir en ella? Pero sobre todo, Dios había llevado el remanente de vuelta a casa porque tenía una tarea especial para que ellos la hicieran; y abandonar la ciudad restaurada significaba dificultar el cumplimiento de la voluntad de Dios por medio de Israel. En otras palabras, Dios necesitaba personas -seres de carne y hueso- en la ciudad santa. A los judíos se les estaba pidiendo que respondieran a un llamamiento no muy diferente del que Pablo escribió en Romanos 12:1: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional".
Nunca subestime la importancia de estar físicamente presente en el lugar donde Dios quiere que estemos. Quizá no le pidan que realice un gran ministerio, pero simplemente estar allí es ya un ministerio. Los hombres, las mujeres y los niños que ayudaron a poblar la ciudad de Jerusalén estaban sirviendo a Dios, a su nación y a las futuras generaciones mediante este paso de fe.
Nos hemos acostumbrado a la práctica de Nehemías de mencionar los nombres de las personas involucradas en sus proyectos. En el capítulo 3 nos dice quiénes trabajaron en los muros y qué parte del muro repararon ellos. El capítulo 7 cita los nombres de los que regresaron con Zorobabel, y el capítulo 8 registra los nombres de los líderes involucrados en la "Conferencia bíblica" en la puerta de las Aguas. El capítulo 10 contiene los nombres de ochenta y cuatro hombres que pusieron su firma en el pacto de dedicación. Al mencionar todos estos nombres, Nehemías estaba dando evidencias del sincero aprecio que sentía por cada individuo que ayudó en el trabajo. También nos recuerda que nuestro Padre ve y registra lo que sus hijos hacen al servirle. Aunque otros no reconozcan ni aprecien nuestro ministerio, podemos estar seguros de que Dios lo sabe todo y nos recompensará como corresponde.
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Escrito por:   W. Wiersbe - Seamos Decididos    Fecha de publicación  8/28/2012 4:28 PM
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