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Se acerca el día
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"La noche está avanzada, y se acerca el día" (Ro. 13:12). La
Escritura enseña que el creyente está viviendo en un mundo complejo,
difícil, opuesto a Dios, resentido, sin esperanza. Al tiempo actual se
llama la noche. Es la esfera en donde se manifiestan y reinan las
tinieblas del pecado. En esa noche de impiedad de los hombres, irrumpió
la luz de Dios en Cristo Jesús, que disipó las tinieblas con su
resplandor (Jn. 1:9). Los hombres, amadores de las tinieblas, procuraron
apagar la luz de Dios, clavándolo en la Cruz. Sin embargo, la
resurrección puso firmemente establecida la Luz de Dios en el
Resucitado, que se manifiesta en las tinieblas del mundo, y que brilla
también por medio de los cristianos (Mt. 5:14-15). Pablo dijo antes que
“nuestra salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos” (v.
11), por tanto, la noche oscura de las tinieblas del mundo avanzó, y lo
hizo en dos sentidos: Por un lado manifestando su presencia, es decir,
las tinieblas se han ido haciendo más densas a medida que el tiempo
transcurre. El príncipe de las tinieblas ha establecido un cerco a la
luz procurando que la Luz absoluta que es Jesucristo, no resplandezca
delante de los hombres, como enseña en mismo apóstol: “en los cuales el
dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no
les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es
la imagen de Dios” (2 Co. 4:4). Por otro lado, la noche avanzó, en
relación con la aparición de Jesús que, en su segunda venida, alumbrará
definitiva y perpetuamente la creación de Dios. El día del encuentro con
Él está más próximo cada día. Mientras tanto estamos en la época
controlada por los gobernadores de las tinieblas (Ef. 6:12), donde el
pecado se exterioriza poderosamente, donde las aflicciones se producen y
las lágrimas se manifiestan. Pero,
este tiempo está llegando a su fin, porque ya está cerca el día de la
aparición de nuestro Señor. Sí, está a las puertas porque la noche está
avanzada. Cuanto más transcurre la noche, más cerca está el día. La
aparición de Jesucristo es inminente, el encuentro con Él es cada vez
más próximo. En este momento cuando en la noche se producen aflicciones,
otras veces intranquilidad y tantas veces lágrimas, puedo decir con
seguridad: El Señor está cerca (Fil. 4:5). Levanto
mis ojos y veo ya, por fe, el resplandor de Su venida. Miro arriba y
siento que todas las cosas son transitorias y pasajeras. Que por la
noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría (Sal. 30:5). Muy
pronto Jesús, a quien le llama el profeta “el Sol de justicia” (Mal.
4:2), alumbrará el mundo y disipará para siempre las tinieblas del
pecado y de la corrupción. Entonces, la tristeza y las lágrimas serán
solo un recuerdo del pasado. Allí entenderé que todos los conflictos en
mi vida fueron concesión divina para afirmar mi fe. En el encuentro con
él, la mañana admirable durará perpetuamente. Al verle conoceré que
siempre fui objeto de su amor, que nunca estuve solo, porque en la noche
caminó a mi lado. Ahora puedo oír el aliento de su promesa: “He aquí
vengo pronto”, y desde mi corazón, tal vez muy quebrantado, se levanta
una oración de fe y digo en sintonía con el Espíritu: Amén, sí, ven
Señor Jesús.
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Escrito por:
Pastor Samuel Pérez Millos
Fecha de publicación
10/5/2012 9:23 AM
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