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EL DIOS DE ELÍAS

“… y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado y pasó Eliseo” (2 R. 2:14).
Los tiempos del relato eran de decadencia espiritual. En medio de esa situación Dios levantó a hombres fieles, como Eliseo. Su historia comienza con la superación de una dificultad, como era atravesar un río. Para ello pidió la presencia del Dios de Elías, mostrando la fe que su antecesor había tenido. Cabe preguntarnos como es el Dios de Elías.
Es el Dios de la soberanía. Es el que pone la creación al servicio de los suyos. Abre cuevas donde pueda refugiarse de sus perseguidores; ordena a las aves que le traigan la provisión necesaria; hace correr el arroyo para que le lleve agua. Cuando todo parece que se acaba, lo envía a una viuda para que lo sustente (1 R. 17:3-9).
Es el Dios de la fidelidad. Cuando el profeta era perseguido, Dios se hace cargo de su protección. Le había pedido fidelidad a riesgo de su propia vida, luego cuidó de ella, porque Dios es fiel.
Es el Dios de los milagros. Toda la vida de Elías está rodeada de milagros. El de la sequía; el de los cuervos que lo alimentan; el del aceite de la viuda que no se agotaba; el de la resurrección del hijo de una viuda; el fuego que descendió del cielo sobre el altar; el de la lluvia que vino en abundancia sobre la tierra calcinada por la sequía; el de la separación de las aguas del Jordán para que pasara en seco junto a su amigo Eliseo.
Es el Dios de la restauración. El desaliento llegó un día a la vida de Elías. No era para menos. Se sentía sólo, desamparado de todos, con una sentencia de muerte contra él, buscado por los seguidores de su principal enemigo la reina Jezabel. Su situación era tan grave que pedía a Dios que le quitase la vida. En ese estado, el Señor se ocupa de restaurar su vida alentándole, sin reproche alguno por su desánimo y falta de fe.
La pregunta del versículo es vital para nosotros hoy: “¿Dónde está el Dios de Elías?”. La respuesta es clara: a nuestro lado, con nosotros y en nosotros según su promesa (Mt. 28:20). No sólo es fiel, sino que produce la fidelidad en nosotros (Gá. 5:22). Podrá permitir que pasemos por pruebas a causa de ser fieles pero dará provisión de fe para superarlas (Ro. 12:3). Nos ayudará en los momentos cruciales sosteniéndonos hasta el fin (1 Co. 1:8). Está con nosotros para mostrarnos su poder en milagros cada día. Milagros en sus promesas cumplidas; en el aliento y sanidad personal. En los momentos de mayor angustia estará con nosotros (Sal. 91:15). Es también el Dios que nos restaura. Presto para alentarnos y ayudarnos en nuestros problemas personales. En los momentos que mi pie tropieza y caigo, tengo la seguridad de que Él no dejará para siempre caído al justo. El Dios de Elías, se manifiesta cuando nosotros vivamos “del mismo modo” que vivió el profeta en un compromiso de dependencia de Dios, dejando que Él conduzca nuestros pasos. Señor, hazme sentir que nunca estoy solo porque Tú estás a mi lado, y dame la bendición de ser un creyente fiel.


Escrito por:   Pastor Samuel Pérez Millos    Fecha de publicación  12/18/2013 11:17 AM
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