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Fidelidad y Bendición

“Jehová se acordó de nosotros; nos bendecirá” (Sal. 115:12).


Sin duda podemos poner nuestro amén en este versículo. La primera frase es una experiencia personal, la segunda una promesa fiel. Lo leía esta mañana y me sentí reconfortado con estas palabras, que quiero compartir contigo. Es una extraña forma, ya que hay un pasado y un futuro en el mismo versículo: “se acordó” y “nos bendecirá”. Dios quiere que veamos lo que viene confiando en lo que ya pasó.
La experiencia personal del pasado es que Dios se acordó de nosotros. ¿No es también la tuya? No hace falta para verificar esto más que recordar el encuentro con el Salvador. El hecho de nuestra salvación es el resultado de que Dios se acordó de nosotros. Fue en el pasado, en la oscuridad de los siglos, cuando el pecado entró en el mundo, que Él prometió enviar al Redentor. El tiempo transcurrió y la promesa fue perdiéndose en la distancia. Las nieblas del pasado fueron ocultándola del pensamiento de los hombres. Muchos, la gran mayoría, se olvidaron de ella. Sin embargo, Dios hace siempre honor a Su palabra y cumple todas sus promesas. El tiempo suyo no es el nuestro, pero concuerda con el que estaba determinado para el cumplimiento de lo que promete. Los hombres se habían olvidado, “pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gá. 4:4). Dios se acordó de nosotros. La luz divina brilló en nuestra noche. La gracia hizo provisión para nuestra miseria. Acudimos al Salvador oyendo el llamamiento del Padre y fuimos recibidos a misericordia. Perdonó todos nuestros pecados. Nos hizo hijos suyos. Nos introdujo en Su familia. Nos ha dado firme esperanza de gloria. Dios mismo dejó de estar sólo a nuestro lado para estar en nosotros. Podemos mirar el pasado sin remordimiento, el presente con seguridad, y el futuro con esperanza, “pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. Hoy puedo decir con seguridad y gratitud que “Dios se acordó de nosotros”.
Él nos pide ahora que veamos el futuro con la misma certeza y que tomemos lo que sigue con la seguridad de una promesa, que siendo de Dios, tendrá cumplimiento: “Nos bendecirá”. Este es Su propósito. Nos salvó para bendecirnos. Va a seguir acordándose de nosotros en el futuro como hizo en el pasado. Pero, esta no es solo una promesa, es una declaración inspirada. Significa que cosas grandes e inesperadas están preparadas para nosotros. No está vinculada con algo concreto, por tanto es infinita e limitada. Nos bendecirá conforme a Su pensamiento, a Su misericordia y a Su sabiduría. El “cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará” (Sal. 145:19). ¿Deseamos provisión para nuestras necesidades, ayuda para nuestras cargas, dirección para nuestro camino, o liberación para nuestros apuros? El Señor obrará compasivamente y hará todo lo necesario para cumplir la promesa: “nos bendecirá”. Mi esperanza no está en lo que soy, sino en la fidelidad del que promete. Por eso puede decir con gratitud: “Bendice, alma mía, a Jehová”.

Escrito por:   Pastor Samuel Pérez Millos    Fecha de publicación  3/14/2016 4:02 PM
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