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Satisfacción en la alabanza

Leer: Salmos 63
El santuario solitario del desierto donde estaba David  lo había dejado sediento y hambriento, no solo de alimento sino de una interacción significativa con su Dios. Su canción continúa y ahora David describe una segunda decisión que él tomó para seguir desarrollando una relación con el Señor: David decidió alabar al Señor (vv. 3-5).
“Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Por eso te bendeciré en mi vida y en tu nombre alzaré mis manos. Como de sebo y de gordura se saciará mi alma; mi boca te alabará con labios de júbilo”.

No hay nada místico ni misterioso en alabar a Dios. Los versículos 3 y 5 nos dicen que la alabanza es algo que hacemos con nuestros labios, no solamente con nuestras mentes. Decimos algo en voz alta para que los demás escuchen nuestras palabras de afirmación concerniente al Señor e igualmente importante, para que nosotros podamos oír esas palabras. El versículo 4 dice que David le alabará toda la vida, eso significa que no es una cuestión de una vez a la semana. Es más, el pasaje dice que la misericordia de Dios hace que David le alabe (v. 4) y que la misma alabanza sacia el alma de acuerdo con el versículo 5.

Ciertamente la alabanza es un aspecto significativo profundo de nuestra adoración personal. Desafortunadamente, muchos tienen miedo de alabar a Dios porque lo asocian con algún acto descontrolado y emocional que han visto en algún, entre comillas, servicio de alabanza, donde los individuos se desmayan, gritan, saltan y bailan descontroladamente en los pasillos. Esa no es la alabanza. La alabanza es algo importante. No se limita únicamente a los servicios organizados. La alabanza es un fluir constante de apreciación por Dios en cada circunstancia del día. Y cuando estamos solos, la alabanza toma un aspecto de oración.

Una oración puede dividirse en cinco partes:

Confesión: Lea Proverbios 28: 13; 1 Juan 1: 9. Tratamos completamente con los pecados de nuestra vida, conviniendo con Dios que tales cosas son dañinas y luego pedimos su perdón.

Intercesión: Lea 1 Timoteo 2: 1-2. Recuerde a los demás y sus necesidades en oración.

Petición: Lea Filipenses 4: 6; Hebreos 4: 15-16. Traemos nuestras necesidades a Dios, recordando y pidiendo cosas de Dios para nosotros.

Agradecimiento: Lea 1 Tesalonicenses 5:18. La oración expresa gratitud a Dios por sus bendiciones y regalos específicos a nosotros.

Alabanza: Lea 1 Crónicas 29: 11-13). Expresiones de adoración dirigidas a Dios sin mencionarnos a nosotros mismos o los demás, solamente a Dios. Vamos a Dios y le expresamos palabras que honren su carácter, su nombre, su voluntad, su palabra, su gloria, etc.

Cuando un hombre corteja a su futura esposa, los elogios se convierten en algo importante de la relación. Cuando a él le gusta la belleza de su cabello, él debe decírselo verbalmente. Debe darle un cumplido por su belleza, su elección de perfume y ropa y sus excelentes gustos. Si disfruta la comida que le prepara o un regalo especial, él debe expresar su apreciación libremente. Si él admira la forma en que ella se expresa, debe decirle algo. Cuando uno ama a alguien, los elogios surgen de manera natural ya que son parte genuina y estimulante de una buena relación.

La alabanza realmente no es algo que hacemos para Dios; Él no tiene un ego que tenemos que satisfacer. Alabamos a Dios por lo que Él hace por nosotros. David encontró una satisfacción personal al expresarle alabanza a su Señor.

Afirmando el alma
En lugar de contar sus bendiciones (planee hacerlo otro día), haga una lista de afirmaciones sobre Dios. Escriba la frase: "Yo apreció al Señor por…" y agregue sus comentarios. Mantenga esa lista en un lugar conveniente y agregue alabanzas a Dios cada vez que se acuerde durante la semana. Léala en voz alta de vez en cuando.


Escrito por:   Pastor Charles Swindoll    Fecha de publicación  11/22/2016 11:41 AM
Número de visitantes  9067


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