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¿Cómo puedo descubrir mis dones?
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Esta es la pregunta que, desde luego, todo el mundo quisiera ver contestada y no es fácil de contestar. Sin embargo, tres sugerencias pueden ayudamos a resolver la duda. La primera es esta: Infórmese. Es decir, conozca cuáles son los dones espirituales. Es posible que usted descubra que ya tiene un don o dos en estos momentos. Quizás alguno que lee estas páginas ha oído decir que cada creyente tiene un solo don pero ahora acabamos de decir que es posible que cada creyente tenga tres dones que puede usar. Quizás otros ni han llegado a entender que el mostrar amabilidad a los demás es un don espiritual. Un amigo colega me acostumbraba a contar una historia divertida de él mismo. Él y su esposa deseaban mucho contemplar un bello panorama desde un hotel muy caro. Pero como su presupuesto no se lo permitía, decidieron ir al hotel solamente para el desayuno, que sería la más barata de las tres comidas. Así lo hicieron y, además, pidieron el menú más barato del desayuno. Sin embargo, cuando mi amigo fue a pagar la nota vio que le habían cargado una cantidad exagerada, según él, por las hojuelas. El marido y la mujer se habían preguntado por qué no aparecían los precios de cada artículo y supusieron que las hojuelas, cosa tan corriente, serían los más baratos. Pero ahora vieron que incluso las hojuelas baratas resultaban muy caras allí. La verdad se les reveló después. Este era un restaurante tipo bufet podían comer todo cuanto quisieran, de modo que pudieron haber tenido cualquier desayuno o todos por el mismo precio que las hojuelas. Pero ya era muy tarde para gozar de la satisfacción que se les había ofrecido. Así pasa con muchos cristianos. No saben, o a veces no quieren saber todo lo que Dios puede darles en dones espirituales. Así que, infórmese bien.
La segunda sugerencia es esta: Esté dispuesto. Si en cualquier esfera no mostramos buena voluntad, entonces Dios tal vez no pueda dejarnos usar algún don. Al revés, si estamos dispuestos completamente para hacer cualquier cosa o ir a cualquier sitio, el Señor puede sacar a la luz dones espirituales que nunca hubiéramos soñado poseer. Recuerdo haber preguntado a cierto estudiante qué pensaba hacer después de ser graduado. Me dijo que creía que tenía el don de la enseñanza y me preguntó si sabía de algún empleo en ese campo. Le aconsejé un sitio donde podría inmediatamente empezar a enseñar en inglés. Pensaba en un puesto en otro continente donde podría comenzar su ministerio en inglés entre tanto que aprendía otro idioma. Pero cuando se lo insinué, inmediatamente replicó que no se sentía llamado a ir al campo misionero. Yo le dije que si quería enseñar, ¿qué diferencia había de un sitio a otro? Pero él ni quería pensar en nada más allá de las costas de los Estados Unidos. Como resultado no ha logrado ningún puesto de maestro en todos los años de su ministerio. No puedo menos que creer que su indisposición limitó al Señor en cuanto a su don de enseñar.
Hay muchos hombres y mujeres en las iglesias que no usan plenamente sus dones sencillamente porque no quieren comprometerse a enseñar en la escuela dominical o a tomar cualquier otro puesto en la iglesia. Debemos estar completamente dispuestos a hacer cualquier cosa sin reservas, si queremos experimentar el empleo más completo de nuestros dones. La tercera sugerencia es: Sea activo. El ejercicio de un don puede llevar al descubrimiento de otros dones. Por ejemplo, ¿qué don tenía Felipe? Cuando le vemos por primera vez en el libro de los Hechos de los Apóstoles está desarrollando el don de servir (6:5). Llámele un diácono si quiere (aunque parece improbable que este oficio estuviera establecido por aquel tiempo), pero lo que hizo fue distribuir el dinero de ayuda a un grupo de mujeres necesitadas, que no es una tarea de gran estima. Pero lo hizo con fidelidad y, una vez probado en aquella tarea difícil y servil, el Señor sacó a la luz en su vida otro don del evangelismo (8:5). Supongamos que él hubiera dicho a los apóstoles que no se sentía llamado para servir a las viudas. Lo más seguro es que no hubiera tenido el importante ministerio de evangelizar a los samaritanos. La actividad fiel en un campo de trabajo llevó al descubrimiento de un don en otro campo. En verdad, el primer don que ejerció Felipe, según leemos, fue el de servir, ayudar o ministrar. Esto debe darnos la clave para nuestras propias vidas. En vez de esperar a descubrir qué dones espirituales se nos hayan dado, ¿por qué no empezar sencillamente a ejercitar el don de ayudas o el don de mostrar misericordia o incluso el don de dar?
Mientras estemos fielmente usando estos dones básicos quizás Dios quiera sacar a la luz otros dones espirituales en nuestras vidas. Esta es la doctrina de los dones espirituales. El cristiano espiritual servirá a Dios mediante el ejercicio pleno de sus dones desarrollados. Este ejercicio o actividad es una de las primeras responsabilidades de la vida espiritual.
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Escrito por:
Charles Ryrie – Equilibrio en la Vida Cristiana
Fecha de publicación
4/28/2017 2:24 PM
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