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¡No soy apto. No soy nadie!" La Primera excusa
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¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? (Ex. 3: 11). Moisés se consideró inadecuado para la tarea, y así como cuando nos piden enseñar en la escuela dominical, o compartir el Evangelio con un amigo, somos tentados a decir: "No soy un Lutero, o un Calvino, o un Billy Graham ... ¿quién soy yo para hacer esto?". Moisés no se dio cuenta de que había planteado la pregunta filosófica de los tiempos. Nos debe complacer que Moisés le haya hecho a Dios esta pregunta para que podamos entender mejor la opinión del Señor en cuanto a las dimensiones sicológicas de nuestra autopercepción. De manera increíble Dios ignoró la pregunta de Moisés. Sencillamente le dio una promesa: ...Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte (Ex. 3 : 12). ¿Cómo le ayudaría esto a Moisés en cuanto a saber quién es Él? ¡La respuesta a esta pregunta, se encontraba en el hecho de saber quién era Dios! Sólo relacionándonos correctamente con Él podemos establecer ese sentido de identidad, una sana autoimagen. No mejoramos nuestra autoimagen considerándonos superiores, sino pensando correctamente acerca del Dios que nos ama y nos honra con sus promesas.
La pregunta de Moisés no era una señal de humildad: pues hablaba con un tono de autodesprecio que revelaba su falta de fe y de disposición para obedecer. Ser humilde significa que veo mis debilidades, pero también la fortaleza de Dios. Detrás de la pregunta de Moisés había una terca incredulidad. Autor: E. Lutzer.
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Escrito por:
Pastor Erwin Lutzer
Fecha de publicación
1/10/2019 2:11 PM
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2914
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