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QUITEMOS TODO ÍDOLO DE NUESTRA VIDA
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Quizá el atributo más impresionante mostrado en las plagas de Egipto es el celo de Dios. Los celos son pecado para nosotros porque no tenemos derechos inherentes y proceden de nuestra carne. Para Dios el celo es justo y apropiado. Él merece toda la alabanza, honor y adoración que hay en el universo. No tiene que trasladarlos a un ser que creó: ni sería correcto compartirlos con algunas de sus criaturas ya que estarían recibiendo lo que no se merecen. La idolatría viola la naturaleza misma y posición del verdadero Dios.
Moisés estaba aprendiendo que no se trataba de una competencia para ver cuál dios es más poderoso. Dios odia la idolatría y está empeñado en demostrar que los dioses falsos no pueden librar. Hasta Faraón, dios egipcio por excelencia, fue humillado mediante esta competencia pública. Fue personalmente irritado por las ranas, lo plagaron con piojos, y estuvo cubierto por úlceras. Al final él y sus ejércitos sucumbieron. Los dioses falsos podrán tener cierto poder y engañar a mucha gente, pero al final serán reducidos a polvo. Autor: Pastor Erwin Lutzer
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Escrito por:
Pastor E. Lutzer - Acercándose más a Dio
Fecha de publicación
2/4/2019 1:17 PM
Número de visitantes
2461
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