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UN FINAL DE PAZ
“Considera al íntegro, y mira al justo; porque hay un final dichoso para el hombre de paz. Mas los transgresores serán todos a una destruidos, la posteridad de los impíos será extinguida. Pero la salvación de los justos es de Jehová, y el es su fortaleza en el tiempo de la angustia, Jehová los ayudará y los librará; los libertará de los impíos, y los salvará, por cuanto en él esperaron” (Sal. 37:37-40).
 
Llegamos hoy al final del Salmo. Dios nos enseña a ver sobre el tiempo para proyectarnos a la eternidad. El presente o el futuro inmediato traerán inquietudes y preguntas sin respuesta, pero todo cambia cuando observamos el contraste definitivo entre el justo y el impío. Hay un final diferente para cada uno. Dios nos invita a considerar al íntegro y mirar al justo (v. 37).

- Integro es la persona que actúa conforme a la voluntad de Dios y en quien se puede confiar. Sin embargo, sufre oposición por lo que es (v. 12). Justo es aquel que practica la justicia y tiene un correcto sentido de lo que es recto y equitativo. Vive a Dios, fuente de justicia, y todo lo que hace es justo (Ro. 9:14). “El deseo de los justos es solamente el bien; más la esperanza de los injustos es el enojo” (Pr. 11:23). Su vida es ejemplo y “sirve de guía a su prójimo” (Pr. 11:26). Es también generoso: “da, y no detiene su mano” (Pr. 21:26). También aborrece todo tipo de iniquidad (Pr. 29:27). La consecuencia es que el justo es perseguido en la tierra y no hay lugar para él. Pero mirémoslo desde la óptica de Dios: “hay un final dichoso para el hombre de paz”, literalmente se lee “el varón pacífico tendrá posteridad”. La paz rodea su vida porque está paz con Dios (Ro. 5:1), y siente en cada instante la paz de Dios (Jn. 14:27). Aún en medio de las más difíciles circunstancias está tranquilo (Is. 26:3). Su final es el encuentro perpetuo con Dios que le libra de las angustias terrenales. Su vida discurre en esperanza; los conflictos despertaron en él un más excelente y eterno peso de gloria (2 Co. 4:17). Sufrió por Cristo, vivió con Cristo y estará para siempre con Él. El futuro del impío es absolutamente distinto (v. 38).

- Dios les llama transgresores porque permanecen en sus delitos y pecados; no tienen al Señor, por tanto, no tienen esperanza. Pueden ser religiosos, pero no son salvos. Les llama impíos, porque su piedad es mera apariencia. Honran a Dios con sus bocas, pero su corazón está lejos de Él. Conocen a Cristo, pero Él nunca los conoció (Mt. 7:23). El final de ellos es destrucción y extinción. pero la certeza del justo es cierta (v. 39). Su salvación es segura porque es la que otorga Dios mismo. Además, el Señor es “su fortaleza en el tiempo de la angustia”. Viven siempre rodeados de Su poder (Sal. 34:7). El Salmo concluye con palabras de aliento: “El Señor los ayudará y los librará” (v.40). ¿Y qué de los impíos que los afligen? Esta es la respuesta divina: Los libertará de los impíos, y los salvará”. Las promesas para el presente y el futuro están en el camino de la confianza en Dios: “Por cuanto en Él esperaron”. Dios es la esperanza de Su pueblo.

- La esperanza del impío está en él mismo, la del justo está en el Señor. Éste pasa por dificultades y tribulaciones, pero su fe se solidifica y da fruto para Dios. Pidamos ahora: Señor, cuando pase por el dolor de la prueba, por las lágrimas de la adversidad, por la angustia de la injusticia, dame más de Ti. Una buena razón para estar cerca de Dios, es ver el final de quienes no lo están.

Escrito por:   Pastor Samuel Pérez Millos    Fecha de publicación  7/26/2019 11:31 AM
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