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DIOS DE TODOS MIS MOMENTOS
Piénselo, ¿no le encantaría tener la capacidad de regresar en el tiempo para cambiar algo que hizo o dijo? Yo sé que ha habido momentos en mi vida -momentos horribles cuando actué por los impulsos de la carne- que me gustaría tanto volver atrás para deshacerlos. Pero ¡ay! Eso no es posible.
¿No cree usted que, en esos días previos a su muerte, Moisés habría dado gustosamente lo que fuera para experimentar de nuevo el incidente de la roca? ¡Ay Señor, si solo pudiera regresar para deshacer lo que hice! Te habría pedido a gritos tu ayuda para que controlaras mi ira. Me habría preocupado más por tu gloria. Habría hecho exactamente lo que me dijiste.

Pero no podía regresar. En un momento de ira, perdió su derecho a estar al frente de Israel. Lanzó por la borda la oportunidad de entrar a la tierra prometida.

El triste hecho es que no podemos volver atrás. Ninguno de nosotros puede hacerlo. No podemos deshacer las malas acciones ni desdecir las palabras pecaminosas. No podemos retomar esos momentos en que fuimos dominados por la ira, las pasiones, la crueldad, la indiferencia o el terco orgullo. Al igual que Moisés, podemos ser perdonados por eso pecados y lograr que sean borrados de nuestro expediente gracias al sacrificio de Cristo en la cruz. Pero aun así, tenemos que vivir con las consecuencias de nuestras palabras y de nuestras acciones. La Escritura nos advierte que cosecharemos lo que sembramos.

No, no podemos volver atrás. Nuestro misericordioso Dios ha sepultado nuestro pasado con el sacrificio de su Unigénito Hijo en la cruz por nosotros. David nos recuerda que «tan lejos como está el oriente del occidente, así hizo [Dios] alejar de nosotros nuestras rebeliones» (Salmo 103:12).

Pero podemos aprender a andar mucho más cerca de Él, día tras día, hora tras hora y momento tras momento. Podemos tener cuentas claras con Dios y apoyarnos en el Espíritu Santo para que Él proteja nuestros corazones y nos escude del pecado que destruye la vida. Él lo hará. El Señor ha prometido darnos una vía de escape para que podamos resistir cualquier tentación (Hebreos 10:13), cualquier tentación en cualquier momento.

Si esto se convierte en nuestro estilo de vida, hermano mío, cuando Dios le diga que le hablemos a la roca, no la golpearemos, y el agua que fluya de esos momentos de obediencia refrescará a una multitud, incluidos nosotros mismos, sin ningún sabor a remordimiento.


Escrito por:   Pastor Charles R. Swindoll    Fecha de publicación  11/5/2019 3:10 PM
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