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¡Sólo satisfacemos a Dios cuando le decimos sí de corazón!
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Si se nos diera a elegir nunca buscaríamos a Dios. Él, sin embargo, se acerca y nos busca. nos anima a hacer su voluntad, y nos da la capacidad de responder. Cuando se acerca nos sentimos tentados a retroceder, porque raramente es fácil obedecer lo que Él quiere que hagamos. Dios dijo ante la oscuridad: Hágase la luz, y hubo luz. Jesús dijo ante la tormenta: ¡Calla, enmudece!. Y hubo una gran calma. El Señor le dijo a un gran pez que se "tragara" a Jonás. Y aquél obedeció. Sin embargo, creemos que tenemos el poder, si no el derecho, de desafiar los mandatos divinos. Podemos oponernos firmemente y exclamar con toda convicción: "¡No lo haré!" Y no lo hacemos, por poco tiempo, para nuestro perjuicio. Moisés se enfrentó a Dios cuando se opuso al tipo de trabajo que se le encomendaba en el desierto. Al final, aunque a la fuerza, le dio su consentimiento al gran YO SOY. Un día estando cerca del Monte Horeb, en la cordillera del Sinaí. Moisés advirtió algo extraño: Una pequeña acacia ardía continuamente, pero no se consumía. Sin duda era algo muy extraño. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema (Ex.3:2-3). Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí (Ex. 3:4). ¡Moisés había escuchado su nombre! Entonces el Señor le dijo: No te acerques: quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es (Ex.3:5). Luego se identificó como el Dios de Abraham. Isaac y Jacob. y ¡de manera increíble, le dijo a Moisés que había venido a rescatar a su pueblo, los israelitas, y que él había sido escogido para regresar a Egipto y guiar al pueblo hacia la tierra prometida! ¡Qué honor! Dios podía haber liberado a su pueblo por sí mismo mediante una serie de milagros, haberle asignado la tarea a los ángeles, o haber escogido a alguien que tuviera una mejor imagen ante los ojos tanto de los egipcios como de los israelitas. Todo lo contrario, prefirió usar a una persona imperfecta para que hiciera una gran labor en la tierra. Esperaríamos que él dijera: "¡Sí Señor! ¡Lo que tú digas!", pero trató de evadir el llamado de Dios. Así como muchos de nosotros él protestó, con la esperanza de persuadir a Dios para que cambiara de opinión, 40 años antes se había adelantado al plan de Dios, pero ahora caminaba detrás de Él. Había intentado él solo rescatar al pueblo y había fallado, pero ahora se retractaba de liberarlo aunque Dios le ayudara. No importaba lo espectacular de la zarza ardiendo, ni lo sorprendente de oír su propio nombre. Moisés no estaba dispuesto a regresar al lugar donde había fracasado. Así fue que se opuso presentando cinco excusas para desobedecer. En lugar de acercarse más a Dios Moisés quiso alejarse de Él; o por lo menos alejarse del llamado divino. Podemos asistir a las reuniones de la iglesia. Cantar los mejores himnos, recitar oraciones ortodoxas, y mientras tanto, estar en desacuerdo con Dios a quien profesamos amar. Hasta un santuario dedicado a Dios puede ser el lugar donde hacemos caso omiso al llamado del Todopoderoso. Ni nuestra ubicación geográfica, ni nuestra postura física es prueba de obediencia. Sólo satisfacemos a Dios cuando le decimos sí de corazón. ¿Qué excusas presentó Moisés? Inmediatamente le vinieron a la mente cinco pretextos. De la abundancia del corazón habla la boca. Posiblemente acabemos por escucharnos en sus quejas. Si desea conocer las Excusas que Moisés presento, le invitamos a estudiar el Curso Acercándose mas a Dios, del Ciclo de Personajes Bíblicos.
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Escrito por:
Erwin Lutzer.
Fecha de publicación
7/8/2010 10:04 AM
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