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¡Profecía que aun no se ha cumplido! Segunda Parte
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Profecía del Arrebatamiento
La primera revelación que Cristo vendría por sus santos antes de que los acontecimientos de los últimos tiempos se cumplieran fue dada a los discípulos en el aposento alto la noche antes de la crucifixión de Cristo. De acuerdo a Juan 14:2-3, Cristo anunció a sus discípulos: “En la casa de mi padre muchas moradas hay: si así no fuera yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Los discípulos no estaban de ninguna manera preparados para esta profecía. Habían sido instruidos, de acuerdo a Mateo 24: 26-31, con respecto al glorioso retorno de Cristo para establecer su reino. Hasta este tiempo ellos no habían tenido indicios de que Cristo vendría primero para tomarlos de la tierra al cielo y por este medio quitarles de la tierra durante el tiempo de la tribulación que caracteriza el fin de la era. En Juan 14 está claro que la casa del Padre se refiere al cielo, que Cristo les iba a dejar para prepararles un lugar allí. El promete que, habiendo preparado un lugar, El vendría otra vez para recibirles allí. Esto significa que su propósito es tomarles de la tierra a la casa del Padre en los cielos. El apóstol Pablo amplía luego con amplios detalles este anuncio preliminar. Escribiendo a los Tesalonicenses con respecto a estas preguntas en cuanto a la relación de la resurrección de los santos y la venida de Cristo por sus santos viviendo en la tierra, Pablo da los detalles de este importante acontecimiento (1 Ts. 4: 13-18). El declara en los vs. 16-17: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” El orden de los acontecimientos de la venida de Cristo por sus santos comienza con el dejar su trono en los cielos y descender en el aire sobre la tierra. El dará una exclamación -literalmente “una voz de mando”. Esto será acompañado por la triunfante voz del arcángel Miguel y el sonido de la trompeta de Dios. En obediencia al mandamiento de Cristo (Jn. 5: 28-29), los cristianos que ha muerto serán levantados de la muerte. Las almas de los muertos han acompañado a Cristo desde los cielos, como se indica en 1 Tesalonicenses 4: 14 “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él-, y entrarán en sus cuerpos resucitados. Un momento después de que los muertos en Cristo sean levantados, los cristianos que viven serán “arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire”. En esta manera toda la iglesia será sacada del escenario de la tierra y cumplirá la promesa de Juan 14 de estar con Cristo en la casa del Padre en los cielos. Se dan más detalles de ello en 1 Corintios 15:51·58. Aquí la venida de Cristo por su iglesia se declara como “un misterio”, esto es, una verdad no revelada en el Antiguo Testamento pero revelada en el Nuevo Testamento (cf. Ro. 16:25·26; Col. 1:26). En contraste a la verdad de la venida de Cristo a la tierra para establecer su reino, lo cual está revelado en el Antiguo Testamento, el arrebatamiento está revelado solamente en el Nuevo Testamento. Pablo, en 1 Corintios 15, indica que el acontecimiento tendrá lugar en un momento de tiempo, “en un abrir y cerrar de ojos”, que los cuerpos resucitados de los muertos los cuales serán levantados con incorruptibilidad, esto es, no envejecerán y serán inmortales, sin estar sujetos a muerte (1 Co. 15:53). En la Escritura está claro que nuestros nuevos cuerpos también serán sin pecado (Ef. 5:27; cf. Fil. 3:20-21). Los cuerpos de aquellos en las tumbas, así como aquellos vivos en la tierra, no son aptos para el cielo. Este es el motivo por el cual Pablo declara “todos seremos transformados “(1 Co. 15:51). En contraste con la resurrección y al arrebatamiento de la iglesia, la resurrección de los santos que murieron antes de Pentecostés, o que murieron después del arrebatamiento, está aparentemente demorada hasta el tiempo de la venida de Cristo para establecer su reino (Dn. 12: 1-2; Ap. 20:4). Los muertos impíos, sin embargo, no son resucitados hasta después de los mil años de reinado de Cristo (Ap. 20:5-6; 12-13). Si desea saber sobre está y otras doctrinas escatológicas, le invitamos a estudiar el curso Doctrina de las Ultimas Cosas. Encuentra este curso en el Ciclo de Estudios Bíblicos Doctrinales.
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Escrito por:
Lewis Sperry Chafer
Fecha de publicación
6/13/2011 3:01 PM
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