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Expresar el sufrimiento - Job
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Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día. Y exclamó Job, y dijo: Perezca el día en que yo nací,… ¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?...Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso…¿Por qué se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir, y a quien Dios ha encerrado? Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía. No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación. Job 3:1-26
Hay días demasiado oscuros para la persona que sufre, días así le impiden ver la luz. Así es como se encuentra Job al final de este capítulo. Lamentablemente, sus supuestos amigos no le darán ningún alivio. Al igual que Job, es posible que usted tampoco haya visto la luz durante mucho tiempo. Hay experiencias demasiado severas que no dejan que aquella persona que sufre conserve la esperanza. Cuando una persona se deprime mucho debido al sufrimiento que lleva por dentro, es como si perdiera todas las esperanzas. Por eso Job reconoce su falta de tranquilidad, su ausencia de paz y su profundo deseo. Hay valles que son demasiado profundos como para que los angustiados encuentren alivio. Pareciera que cuando están en esta situación, no hay razón para seguir adelante. Ya no tenemos lugares donde dirigir nuestra mirada y hallar consuelo. Es entonces cuando nuestra mente comienza a jugarnos malas pasadas, haciéndonos pensar que ni siquiera Dios se interesa por nosotros. ¡Falso! ¿Recuerda las palabras que solía citar Corrie ten Boom? Yo siempre las recuerdo: “No hay hoyo tan profundo que sea más profundo que el Señor”. Yo lo sé, pero se me olvida muchas veces. Quienes están con una depresión profunda no recuerdan que no podemos razonar con ella. Esto es algo que ellos negarían, porque sienten que hay una inmensa distancia entre ellos y Dios, y eso es turbador y atemorizante. Pero la buena noticia es que Dios no sólo está allí. . . sino que también se interesa. Es importante mencionar que no hay ninguna crítica severa contra Job al final del capítulo 3. Dios no le dice: “¡Qué vergüenza, Job!” Dios sabía cómo tratar las palabras de Job. Él entendía por qué dijo lo que dijo. El Señor también le entiende a usted. Lamentablemente, las palabras de Job quedaron escritas y los predicadores las han estado utilizando durante siglos. Afortunadamente, las de usted y las mías se mantendrán en nosotros, siendo un secreto dentro de nuestros autos u hogares, en nuestros dormitorios, o a lo largo del estrépito de las olas, o quizás bajo los enormes árboles de un bosque. Dios puede encargarse de todo esto; por lo tanto, dígale todo lo que siente. Dígale lo que hay en su corazón. Usted nunca podrá reponerse totalmente de su sufrimiento si no lo expresa del todo. Job no se quedó con nada. Y ahora lo admiro más que cuando comencé a leer el libro. Si usted esta sufriendo, dirija su mirada al Señor Jesús para encontrar su luz y dirección.
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Escrito por:
Charles R. Swindoll
Fecha de publicación
7/25/2011 9:19 AM
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