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Gracia que no desaparece

Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades. Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:2-10

Este es un buen momento para corregir una manera equivocada de pensar. No siempre es la voluntad de Dios que uno sea sanado. No siempre es el plan de Dios aliviar la presión. Nuestra felicidad no es el objetivo principal de Dios. Él no tiene un plan maravilloso (en el sentido de “cómodo”) para todo el mundo, no desde una perspectiva humana. Muchas veces su plan no es nada maravilloso desde nuestra perspectiva. Como ocurrió con Saulo, su respuesta no siempre es lo que pedimos y esperamos. Sin embargo, el recordar que Él nos está formando más y más a la imagen de su Hijo nos ayuda a comprender que su respuesta está basada en el plan a largo plazo que Él tiene, no en nuestro alivio inmediato.
Gracias a Dios que, en medio de ese sufrimiento, Él nos susurra tiernamente: “Bástate mi gracia” (v. 9). Como en el caso de Saulo, su gracia suple más de lo que necesitamos para soportar cualquier cosa que amenace con aplastarnos. Permítame ampliar esta idea. Su gracia es más abundante que nuestras fuerzas. Su gracia es más abundante que el consejo de cualquier consejero capacitado o el de algún amigo íntimo (aunque Dios utiliza a ambos). Su gracia es suficiente para sostenerle cualquiera que sea su “aguijón” particular. Su gracia, eso es justo lo que se necesita. ¿Le gustaría saber por qué? Porque el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (v. 9). ¡Qué declaración tan maravillosa del Señor! Y todo este tiempo estuvimos creyendo que el poder se perfeccionaba en el éxito. Toda la vida nos habían enseñado que es el éxito lo que nos hace fuertes. No. ¡Mil veces no! Eso nos vuelve orgullosos, autosuficientes e independientes. Los dolorosos aguijones nos vuelven débiles. Pero la buena noticia es esta: Cuando somos débiles, el Señor derrama su fortaleza en nosotros, y eso nos da una perspectiva totalmente nueva en cuanto al dolor y el sufrimiento, a las dificultades y las presiones. Esas tensiones y esas angustias nos ponen de rodillas, y es en ese punto que nuestro Dios se presenta con su ayuda, tomándonos de la mano y levantándonos por su gracia. Su gracia es suficiente para usted, también.

Escrito por:   Charles R. Swindoll    Fecha de publicación  9/15/2011 8:58 AM
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