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La Confianza de un Peregrino
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"Para el ignorante, la edad es como el invierno; pero para el sabio es una cosecha". Jacob tenía ahora 130 años; y durante esos años había aprendido lecciones importantes acerca de Dios, de sí mismo y de otras personas, especialmente de sus hijos. Algunas de esas lecciones en la escuela de la vida habían resultado difíciles de aprender, y Jacob no siempre había pasado la prueba con éxito. Pero ahora gracias a la bondad de Dios y a la fidelidad de José, Jacob recogería una rica cosecha en Egipto durante los siguientes diecisiete años. Sus últimos años no le traerían los rigores del invierno con sus fríos y tormentas. La puesta de sol de la vida de Jacob sería como un otoño, con sus días cálidos de paz y la abundante cosecha de la misericordia divina. La confianza de un peregrino (Gn. 46:1-3) El cambio es algo que temen la mayoría de los ancianos, y no podemos culparles por ello. El entorno y mobiliario familiar, la presencia de familiares y amigos de largo tiempo, todo ello da a los ancianos un sentimiento de confianza y control que hace su vida más segura y feliz. Jacob había vivido con su familia en Hebrón por muchos años, pero ahora había llegado el momento para que todos se trasladaran a otro lugar. La promesa de Dios (vv. 1-4). Jacob y su familia dejaron Hebrón (37:14) y viajaron durante una semana hasta que llegaron a Beerseba, el pueblo más al sur de Canaán (Jos. 15:13, 21). Beerseba era un lugar muy especial para Jacob, porque allí Abraham había cavado un pozo (Gn. 21:30, 31) y allí vivió después de ofrecer a Isaac en el monte Moriah (22:19). Isaac también había vivido en Beerseba (26:23, 32, 33). Y fue del hogar en Beerseba de donde Jacob salió para ir a la casa de Labán para buscar esposa. Dios se le apareció a Agar en Beerseba (21:17) y a Isaac también (26:23, 24), y ahora se le aparecería a Jacob. Puesto que Jacob estaba a punto de dejar su propia tierra para ir a un país extranjero, se detuvo un poco para edificar un altar y adorar al Señor. Es bueno buscar la dirección, ayuda y bendición de Dios cuando vamos a entrar en una nueva fase en la vida. Recuerdo de una familia completa que vino al frente del santuario al final de un servicio de adoración y se arrodillaron para orar. Debido a que el padre servía en las fuerzas armadas y estaba a punto de que lo trasladaran a otra base, toda la familia se unió para rededicarse al Señor en esta nueva aventura. ¿Por qué, pues, tenía que estar Jacob preocupado sobre ir a Egipto? ¿No le había instruido su hijo José en que lo hiciera así? ¿No era esa la mejor decisión en vista de que la hambruna no cesaba en la tierra? Jacob quizá temía porque recordaba que su abuelo Abraham se metió en serias dificultades por ir a Egipto (12:10ss); y cuando su padre Isaac emprendía el viaje a Egipto fue Dios mismo quien lo paró (26:1, 2). Egipto podía ser un lugar peligroso para los peregrinos de Dios. Pero el Señor se le apareció de noche para asegurarle que él y su familia no corrían riesgos al trasladarse.« Jacob, Jacob» nos recuerda el « Abraham, Abraham» (22:11), el « Samuel, Samuel» (1 S. 3:10), el "Marta, Marta» (Le. 10:41) y el "Saulo, Saulo» (Hch. 9:4). Es alentador saber que el Señor conoce nuestros nombres y necesidades personales (Jn. 10:3, 14, 27). Jehová quería recordarle a Jacob que El no estaba limitado a la tierra de Canaán, porque El era el Dios de toda la tierra, incluido Egipto (Jos. 3:11, 13; Sal. 83:18). Dios iría con Jacob a Egipto y estaría con él para bendecirlo (Gn. 39:2, 21). Jacob no tenía nada que temer porque el Señor cumpliría las promesas que le había hecho en Bet-el (28:15). Estudie la vida del peregrino Jacob y aprenda de sus experiencias, estudiando la serie Seamos Auténticos. Estas lecciones las encuentra en el Ciclo de Estudios de Libros de la Biblia. Inscríbase hoy
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Escrito por:
W. Wiersbe - Seamos Auténticos
Fecha de publicación
4/24/2012 10:56 PM
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