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Su proceso no termina

A un escultor se le preguntó: "¿Cómo tallas un elefante?" Él respondió: "¡Simplemente tomo un bloque de mármol y cincelo todo lo que no es elefante!" Cuando Dios nos escoge, moldea y corta todo lo que está interfiriendo en el camino de nuestro servicio para Él. Su enfoque no está en lo que hacemos, sino en lo que somos en lo recóndito del alma. Moldear nuestro carácter es siempre su prioridad. Las personas, circunstancias y luchas invisibles para otros, dentro del corazón, se convierten en el cincel con el cual nos forma según su deseo. Dios quita todo lo que no sea semejante a Cristo.
El proceso no termina en esta vida, pero gracias a Dios, no tenemos que ser perfectos antes de que podamos conocerle íntimamente y ser usados para su gloria. La historia nos dice que Dios utiliza gente imperfecta; Él bendice con benevolencia a quienes hubiéramos descartado desde hace mucho tiempo, y nunca termina con la materia prima que está en sus amorosas manos.
Nuestra reacción ante su cincel, sin embargo, determina el grado de utilidad, es decir, qué tanto bien haremos que perdure por la eternidad.
Consideremos a Pedro, el famoso apóstol, el hombre en cuyo honor se edificó la elaborada basílica de Roma. Mientras él crecía, siendo un joven en Betsaida, nadie hubiera pronosticado que estaba destinado para la grandeza.
Pasó sus primeros días pescando en el mar de Galilea; cuando mucho tenía una educación rudimentaria, y con seguridad hubiera estado dispuesto a vivir en el anonimato. Quizá llegó a familiarizarse con el idioma y la cultura griega, debido a la influencia foránea en el pueblo judío. Pero aun después de tres años con Cristo, se le juzga como un hombre iletrado y del vulgo (Hch. 4:13). Sin embargo, a pesar de esto, piense en ¡todo lo que Pedro logró!
Casi toda la información que tenemos acerca de la familia de Pedro nos dice que él tenía un hermano, Andrés, y que el nombre de su padre era Jonás. Estos hombres eran compañeros de pesca con otros dos hermanos, Jacobo y Juan, cuyo padre era Zebedeo. El negocio era tan próspero que necesitaron contratar más personal para que les ayudara en el oficio. Con el paso del tiempo, y de una forma increíble, estos cuatro jóvenes fueron escogidos para ser los discípulos de Cristo.
Aunque nació en Betsaida, Pedro se había trasladado a Capernaúm, y estaba casado cuando se encontró con Cristo. Su suegra fue sanada de una fiebre, al comienzo de su amistad con Jesús, según Marcos 1:29- 31. Veinte años más tarde, Pablo menciona que con frecuencia, Pedro llevaba a su esposa consigo en los viajes misioneros (1 Co 9:5). Sólo podemos especular acerca de la presión que debe haber traído sobre su matrimonio la decisión de seguir a Cristo.
Al mencionar el nombre de Pedro, se obtienen múltiples  variadas respuestas. Algunos lo recuerdan por sus comentarios vacilantes e impredecibles en esas fluidas discusiones con Cristo. Otros piensan en su notable profundidad con respecto a la persona de Cristo; o en contraste, cuando temeroso lo niega en presencia de una oven sierva. Nuevamente le recordarnos por su valor cuando confrontó a la multitud en el día de Pentecostés.
Aquellos que han sido particularmente bendecidos por sus escritos (1y 2 de Pedro) piensan en él como el teólogo que conocía a Dios y dio instrucciones explícitas sobre cómo los cristianos debían comportarse en un mundo hostil. Ninguna otra personalidad, en la Escritura, muestra tanta fe y duda, valor y temor, amor e impulsividad a la vez. Ningún otro discípulo revela su corazón tan frecuente y honestamente. Pedro es, en las palabras de Clarence McCartney: "La persona más vívida e intensamente retratada en la Escritura”.
Pedro provee un ejemplo excelente sobre cómo Dios moldea una vida, iniciando con la materia prima y progresando hacia un producto más terminado. Las técnicas de capacitación utilizadas por el Señor, incluyen la motivación, la reprensión, la instrucción pública, pero también la reflexión privada. Había gozo y tristeza, éxito y fracaso. Cristo interactuó con Pedro más frecuentemente que con cualquier otro de sus apóstoles. La conversión en sí es instantánea, pero el refinamiento del carácter de Pedro continuó a través de toda su vida. Esto no era nada menos que la obra esculpida del alma.
Jesús nos conoce completamente y aún nos ama lo suficiente como para transformar nuestras vidas, podemos recobrar el ánimo. Aunque su cincel herirá, al final de cuentas nos beneficiará, además del verdadero honor que significa ser moldeado por la mano del Maestro. Conozca como trabajó el Divino escultor en la vida Pedro estudiando el curso Cincelado por la mano del Maestro. Este curso lo encuentra en el ciclo de Estudios de Personajes Bíblicos. Inscríbase ya y comience a estudiar totalmente Gratis la Biblia.


Escrito por:   E. Lutzer - Cincelado por la mano del Maestro    Fecha de publicación  9/17/2012 3:29 PM
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