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Los hijos en la familia auténticamente cristiana
No sé si será real o inventada por alguien la historia que alguna vez escuche y que nos viene bien para introducir el tema que vamos a tratar en el estudio bíblico de hoy. Se trata de un joven escritor que antes de casarse escribió un libro que llevaba por título: Diez teorías para criar un hijo. Después este joven se casó y tuvo sus hijos. Años más tarde, preguntaron a este escritor su opinión sobre el libro que había escrito en su juventud. El escritor dijo: Antes tenía diez teorías para criar un hijo. Hoy tengo diez hijos y ninguna teoría. Bueno, no está muy lejos de la realidad y los que somos padres lo entendemos muy bien. Parece que cada hijo destruye todos los modelos de crianza que alguna vez han sido patentados. El problema básico radica en que la mayoría de los modelos de crianza de los hijos pone a un lado al diseñador o al inventor de la familia, a la persona de Dios. No es extraño entonces que muchos modelos de crianza de los hijos se reduzcan a ser meras expresiones de opiniones personales de sus autores, carentes de realidad.
Hoy en día, por ejemplo, una corriente muy fuerte en el mundo de la educación de los hijos apunta a que los hijos tienen derecho a creer lo que quieran creer y que los padres no deben insinuar ninguna tendencia religiosa o espiritual en los hijos. Por ejemplo, un padre budista no tiene el derecho de enseñar el budismo a su hijo. Un padre cristiano, no tiene el derecho de enseñar el cristianismo a su hijo. El hacerlo atentaría contra los derechos del niño. Los niños deben ser por tanto protegidos para que no se les imponga ninguna influencia religiosa. Cuando sean mayores de edad decidirán por ellos mismos la religión que han de practicar. Así por el estilo, existen mucho más cosas que no revelan otra cosa sino el ataque que sufre la familia hoy en día por parte de un enemigo poderoso que ha conquistado los medios masivos de comunicación, la literatura, la música, la educación.

La única alternativa válida para la familia es retornar a los principios bíblicos para la familia y dentro de ello para los hijos. De lo contrario, el panorama es tétrico. Los que conocemos la palabra de Dios, debemos vivir agradecidos de Dios, porque Dios nos ha informado a cabalidad acerca de cómo combatir esta amenaza que prácticamente está ahogando nuestra sociedad. Las escrituras son todavía relevantes hoy en día porque han sido dada por Aquel que estableció la familia. Nadie conoce mejor una obra que el autor de ella. Lo que Dios dice en la Biblia sobre la familia fue bueno para nuestros antepasados, es bueno para nosotros y será bueno para las generaciones futuras.
Ya hemos oído lo mejor que el hombre puede ofrecer acerca de cómo criar a los hijos y el resultado no ha sido nada bueno. Es tiempo por tanto de oír lo que la palabra de Dios dice acerca de los hijos y los padres. Con este propósito, le invito a abrir su Biblia en el libro de Efesios, capítulo 6, versículos 1 a 3. La palabra del Señor dice así: Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”

Consideremos en primer lugar a quien se dirige este mandato es decir los sujetos del mandato.
El texto dice: Hijos. La palabra hijos es un término muy amplio, que se utiliza para hablar de la prole o simplemente de la descendencia, sin importar el sexo o la edad. En realidad entonces, todos nosotros estamos incluidos dentro de la palabra hijos. El apóstol Pablo sin embargo tiene en mente a todos aquellos que viven bajo el mismo techo que sus padres y por tanto son responsables ante sus padres. Muchos hijos, con el pretexto de ser mayores de edad, se automarginan del mandamiento que aparece en el pasaje bíblico leído. Razonan y dicen que ya no son bebés o niños y afirman que el obedecer ya pasó de moda para ellos. Pero Pablo dice: Hijos, sin importar la edad o educación que tengan, si están bajo el mismo techo de sus padres tienen que obedecer a sus padres.

Segundo observamos el contenido del mandato.
El texto continúa diciendo: Obedeced a vuestros padres. La idea aquí es que todo aquel que todavía esté bajo el control y responsabilidad de sus padres está en la obligación de obedecerlos.. La palabra obedecer en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento es una palabra compuesta. Por un lado contiene el verbo oír y por otro lado una preposición que significa: por debajo de. Obedecer entonces, literalmente significa: Ponerse por debajo de alguien para oír. El Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo está diciendo a los hijos: Pónganse bajo la autoridad de sus padres y óiganlos. Qué interesante comparar esto con lo que el mundo dice. El mundo dice que es necesario liberar a los hijos de la autoridad paterna. Que los hijos tienen el derecho de elegir su propio destino, su propia religión, su propio pensamiento y su propia perspectiva de la vida, ya sea en lo económico, moral, social y religioso. Pero la Biblia dice todo lo contrario. Los hijos tienen que someterse a la autoridad de sus padres y oír con atención lo que los padres dicen. Esto es lo que Dios ha diseñado para los hijos dentro de la familia auténticamente cristiana.

Tercero consideremos la solemnidad del mandato. El versículo 1 de Efesios 6 continúa diciendo: Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres. El mandato es solemne porque lo que está en juego es la majestad del Señor Jesucristo. La obediencia de un hijo a sus padres trae honra al nombre de Cristo. Obedecer a los padres es lo mismo que obedecer a Cristo. Desobedecer a los padres es lo mismo que desobedecer a Cristo. ¿Quién osaría por tanto rebelarse en contra del Señor? Hemos considerado los sujetos del mandato, el contenido del mandato y la solemnidad del mandato.

Cuarto veamos la actitud del mandato. Toda acción debe partir de una actitud correcta. La obediencia verdadera debe partir de una genuina actitud de honrar a los padres. Efesios 6:2 dice: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa” El honrar padre y madre debería ser un compromiso de los hijos de por vida. Aún cuando la obediencia termina cuando los hijos se casan y se van de la casa, la honra a los padres continúa por siempre. Los hijos deben mirar a sus padres con reverencia y honor para que se forme la actitud correcta que es indispensable para obedecer de corazón. Pablo invita a reflexionar sobre los diez mandamientos para reconocer que el honrar padre y madre es el primer mandamiento con promesa.

Quinto observamos la promesa del mandamiento. Efesios 6:3 dice: “para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” Una persona que crece bajo un patrón de obediencia y con un sentido de reverencia y respeto hacia sus padres, será una persona que tendrá una victoria próspera. Dios es muy serio con relación a la honra que los hijos deben tener hacia sus padres. En el Antiguo Testamento se ve la severidad con la que se castigaba a los hijos que deshonraban a sus padres. Éxodo 21:15 dice: “El que hiere a su padre o a su madre morirá” Más adelante en el versículo 17 del mismo capítulo dice: “Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre morirá” Así castiga Dios el pecado de deshonrar a los padres por parte de los hijos. De modo que, la norma básica para los hijos es que sean obedientes a sus padres. No importa la edad de los hijos, pueden ser bebés o niños o adolescentes o jóvenes o adultos. No importa la educación que los hijos tengan, pueden estar en el pre-escolar o en la escuela o en el colegio o en la universidad. No importa el sexo de los hijos, pueden ser hombres o mujeres. No importa si los hijos están trabajando o no están trabajando. Si esos hijos están viviendo bajo el mismo techo de sus padres, están en la obligación de obedecer a sus padres. Los padres tenemos la responsabilidad de criar a nuestros hijos en disciplina y amonestación del Señor, sobre lo cual hablaremos en nuestro próximo estudio bíblico. En resumen entonces, el modelo de Dios para los hijos en un hogar auténticamente cristiano es obedecer a sus padres. Este mandato es solemne porque obedecer a los padres es equivalente a obedecer al Señor Jesucristo. El obedecer a los padres debe partir de una actitud de honrar a los padres. Una persona que honra a sus padres por medio de la obediencia, gozará de la promesa de una vida próspera, mayormente en lo espiritual y también en lo material.

Pablo termina el versículo 1 de Efesios 6 con unas palabras llenas de significado. Dice que la obediencia a los padres por parte de los hijos es algo justo. Justo significa lleno de virtud, algo correcto. Todo plan de crianza de los hijos que no tenga como elemento central la obediencia a los padres, es catalogado por Dios como algo injusto. Esto explica el fracaso de todos los planes mundanos de crianza de los hijos que han puesto a un lado los principios divinos. Que Dios nos ayude a ser hijos obedientes a los padres o padres que incentivan la obediencia en sus hijos.

Escrito por:   D. Logacho - La Biblia dice    Fecha de publicación  5/18/2017 12:56 PM
Número de visitantes  9028


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