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La iglesia local en la vida de la familia
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Alguna vez alguien hizo esta pregunta: ¿Es posible que un creyente viva sin congregarse en una iglesia local? La respuesta fue: Sí. Es posible. Pero sería como un estudiante sin escuela, o un soldado sin cuartel, o un ciudadano sin país o un vendedor sin clientes o un preso sin prisión o un barco sin tripulación, o un profesor sin alumnos, o un escritor sin lectores o un padre sin hijos o un futbolista sin equipo o un jardín sin flores. Interesante. A decir verdad no se puede desligar a un creyente del ámbito de la iglesia local. Pero no solo para el creyente individualmente, es importante la vinculación con una iglesia local. También para la familia. En el Antiguo Testamento, Dios escogió a Abraham y sus descendientes, esto es, su familia, para hacer de ellos, entre muchas cosas, los portadores de su verdad para este mundo. Después que los hijos de Israel salieron de Egipto, Dios les dio el Tabernáculo como el centro de adoración. En algún momento, Salomón edificó un templo, dentro del cual Dios, santo por naturaleza podía encontrarse con el hombre, pecador por naturaleza. Jesús, de días de nacido, fue presentado por sus padres en el templo. Más tarde, cuando tenía doce años, se quedó en el templo discutiendo con los entendidos en la ley mientras sus padres le buscaban desesperadamente. Casi al inicio de su ministerio, volcó las mesas de los cambistas quienes había convertido el templo en una cueva de ladrones. Fue la manifestación del celo de Jesús por la santidad del templo de Jerusalén. Jesús cumplió la ley e instituyó la iglesia, la cual fue su mismo cuerpo y por la cual se entregó a sí mismo. El templo tenía su importancia para los planes de Dios. Su promesa a sus discípulos fue: Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Esta es la forma más simple de una iglesia local.
Los creyentes de la época del Nuevo Testamento se reunían en casas. Fue bastante tiempo después que los creyentes adoptaron la costumbre de construir templos para hacer allí las reuniones de la iglesia. No es indispensable el templo para que exista una iglesia local, pero ciertamente es una gran ayuda que exista un lugar específico donde la iglesia se reúne para tener comunión, adorar, evangelizar, enseñar la palabra de Dios, orar y enviar misioneros a lejanas tierras.
Las familias cristianas juegan un papel protagónico en el plan de Dios de saturar este mundo con el evangelio de Cristo a través de la obra de una iglesia local. Por esto, la asistencia a las reuniones de la iglesia local no es una opción para los integrantes de la familia sino un mandato. Hebreos 10:25 dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” La tendencia natural de los integrantes de la familia, padre, madre e hijos es dejar de congregarse. Es mucho más fácil quedarse en casa o hacer otra cosa que ir a la reunión de la iglesia, especialmente si la reunión es entre semana. A veces nos sentimos cansados, desanimados, enfermos y todo lo demás y pensamos que lo mejor es quedarnos en casa recuperando energías. Pero no debería ser así. El mandato bíblico es: No dejen de congregarse. La Biblia no dice: Si se siente bien congréguese, o si tiene tiempo congréguese, o si está animado congréguese. Nada de esto. El mandato es: Congréguese y punto. No importa si siente que lo debe hacer o no siente que lo debe hacer. Es hora ya de dejar de actuar sobre la base de los sentimientos y comenzar a actuar sobre la base de lo que dice la palabra de Dios. Que triste es cuando los padres dan un mal ejemplo a los hijos quedándose en casa los domingos, en lugar de ir al culto con la iglesia. El mensaje sin palabras que están comunicando a los hijos es: La iglesia no es importante. Más importante es descansar o hacer cualquier otra actividad. No sería nada extraño que hijos de padres así, cuando lleguen a jóvenes y adultos manifiesten la misma actitud que sus padres y terminen alejándose del Señor totalmente. De modo que, amable oyente, los miembros de la familia auténticamente cristiana se caracterizan por una costumbre a congregarse junto con otros creyentes en la iglesia local. Esto es un mandato. Pero no deben congregarse solo por cumplir con la fría letra de un mandato, sino también porque la asistencia a las reuniones de la iglesia local ayuda en el crecimiento espiritual de los miembros de la familia. El núcleo familiar no es una unidad autosuficiente. Necesita del ánimo y el estímulo que resulta de congregarse con otras familias cristianas.
En Mateo 18:20 vemos que la presencia del Señor se manifiesta de una manera especial cuando los creyentes se reúnen para la adoración. Esto fortalece espiritualmente a los miembros de la familia y produce un crecimiento espiritual. En un ambiente así, los ancianos o pastores, pueden animar a los miembros de la familia que están desanimados, también pueden exhortar a los miembros de la familia que se encuentran descarriados. Existen cantidad de familias que han sido libradas de desastre por medio del ministerio del Espíritu Santo a través de ancianos o pastores que manifestaron un genuino interés en las familias de la congregación. Además de ser un mandato y de producir crecimiento espiritual, el congregarse con la iglesia local ayuda mucho a la comunión cristiana. Vivimos en una época caracterizada por un continuo pero sostenido alejamiento de Dios. Cuan necesario es animarnos y estimularnos unos a otros en el ambiente de la iglesia local. Qué bendición debería ser para las familias el abrir sus corazones y sus casas para mostrar hospitalidad hacia los hermanos de la congregación.
La iglesia local es el eje sobre el cual giran las actividades importantes de la familia. Es en la iglesia local donde las familias deben encontrar la satisfacción de todas sus necesidades sociales. Qué triste es ver que muchas familias llamadas cristianas hallan su satisfacción en las diversiones del mundo mas no en las actividades de la iglesia local. En ocasiones, la culpa puede ser de la iglesia local, pero en la mayoría de las veces, la culpa están en los integrantes de la familia, quienes voluntariamente han decidido dar mayor importancia a otras cosas de la vida y no a lo que se puede hacer a través de la iglesia local. Tenemos entonces que en una familia auténticamente cristiana, sus integrantes deben estar activamente involucrados en las actividades de la iglesia local, porque es un mandato, porque así se crece espiritualmente y porque así se fomenta la comunión cristiana. A lo mejor alguno de nuestros amables oyentes estará diciendo: Pero usted no conoce la iglesia local a la cual yo asisto. Es aburrida en extremo. No puedo de ninguna manera hallar satisfacción en nada de lo que allí se hace. Bueno. Efectivamente yo no conozco como será su iglesia local. Pero lo que sé es que cualquier problema no se soluciona con abandonar la iglesia. Puede ser que usted se aleje del problema, pero el problema seguirá en la iglesia local. La solución de los problemas comenzará cuando usted con su familia se interesen en hacer que las cosas cambien en la iglesia local. Estoy más que seguro que los líderes de la iglesia local se sentirán muy contentos al saber que Usted está dispuesto a colaborar para lograr que la iglesia local sea en realidad un centro de edificación para las familias. Para algunos, la iglesia local está llena de hipócritas y como ellos no quieren ser hipócritas mejor no asisten. Lo menos que puedo decir sobre esta manera de pensar es que se trata de una hábil excusa para encubrir el verdadero motivo por el cual no se está asistiendo a las reuniones de la iglesia local. El verdadero motivo es simplemente un no quiero asistir a las reuniones de la iglesia local. Los justificativos para no congregarse pueden ser muchos y muy variados, algunos inclusive parecerán razonables, pero en el fondo, no son sino meras excusas y el Señor lo sabe perfectamente porque nada podemos esconder de él. Jamás piense amigo oyente que la iglesia está hecha de personas perfectas. La iglesia está hecha de pecadores, pero pecadores que tienen una característica en común. Son pecadores que han sido redimidos por la preciosa sangre de Cristo. Pecadores que constantemente están luchando por vivir una vida santa en medio de un mundo hundido en la podredumbre del pecado. Estos pecadores redimidos fracasan de vez en cuando y caen estrepitosamente, pero esto no debe ser motivo para que usted deje de asistir a las reuniones aduciendo que todos son hipócritas. Usted debe asistir a las reuniones de la iglesia local no por las personas que asisten ni para erigirse como juez de la conducta de los demás, sino con el único y sencillo propósito de adorar al Señor que está en medio de ellos. Quite los ojos de las personas y póngalos en el Señor, y notará que nunca se sentirá defraudado, aun cuando alguien que usted pensaba que era perfecto caiga en algún pecado. Todo esto, amable oyente para insistir en la necesidad de que como familia asista a las reuniones de la iglesia local.
Si usted es padre de familia, dé buen ejemplo a sus hijos participando en todo lo que la iglesia local organice. Si usted es madre de familia, apoye todas las actividades de la iglesia local. Su presencia es muy importante. Incentiven a sus hijos a apoyar la iglesia local por medio de su ejemplo. Una familia auténticamente cristiana es aquella en la cual Cristo está en el centro y la iglesia también está en el centro del corazón de él. ¿Cómo no apoyarla en familia?
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Escrito por:
D.Logacho - La Biblia dice
Fecha de publicación
5/27/2017 5:14 PM
Número de visitantes
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