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La bendición de dar
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Más bienaventurado es dar que recibir. —Hechos 20:35 No tenía sentido que una viuda donara sus últimas monedas a una institución corrupta de Jerusalén, donde los escribas que dependían de esas ofrendas «[devoraban] las casas de las viudas» (Marcos 12:40). Pero en la acción de esa mujer, Jesús vio una muestra conmovedora de la actitud correcta hacia el dinero (vv. 41-44). El hermano Cosby cuenta que, mientras era pastor de una iglesia, una viuda cuyo ingreso apenas alcanzaba para alimentar y vestir a sus seis hijos colocaba fielmente todas las semanas cuatro dólares en la ofrenda. Un diácono le sugirió que fuera a verla y le dijera que podía usar ese dinero para su familia, en lugar de ofrendarlo.
Cosby siguió el consejo del diácono… lo cual lamentó mucho. «Usted está tratando de quitarme la última cosa que me da significado y dignidad», dijo ella. Esta mujer había descubierto el secreto de dar: puede beneficiar al dador más que al receptor. Es verdad, los pobres necesitan ayuda financiera, pero la necesidad de dar puede ser tan importante como la de recibir.
La acción de dar nos recuerda que vivimos por la gracia de Dios, como los pájaros y las flores. Estos componentes de la creación divina no se preocupan por su futuro, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Dar nos brinda una manera de expresar nuestra confianza en que Dios se ocupará de nosotros, tal como lo hace por las aves y los lirios (Mateo 6:25-34).
Al ofrendar dinero, desarmamos su poder.
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Escrito por:
Escritores de Nuestro Pan Diario
Fecha de publicación
6/23/2017 2:07 PM
Número de visitantes
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