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Promesas de Bendición
“Bueno es Jehová a los que en Él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová” (Lam. 3:25-26).
En medio de un tiempo de aflicción y angustia, en el que el profeta vertió sus lágrimas y manifestó en lamentos lo que atenazaba su alma, viene la calma de estas palabras. Los ojos se levantan en medio de la tribulación y ven a Dios que está al lado del que sufre.
- La primera grandeza que descubre es que el Señor es bueno y lo es especialmente para “el alma que le busca”. ¿A donde ir cuando estoy rodeado de tristeza, cuando no hay quien venga en mi ayuda, cuando las lágrimas son el pan de cada día y la congoja la compañera de cada hora? El único camino de escape, la única puerta de esperanza es Dios mismo. Aquí está la grandeza de su invitación: “venid a mí los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Mi alma le busca y le encuentra al instante, porque Aquel a quien busco está conmigo. Mi mano débil toma la suya y siente que la fortaleza de Dios me sostiene en medio del conflicto. Mis pies, cansados de la senda, lastimados por las piedras del camino, notan que bajo ellos está firme la Roca de los Siglos. Mi pecho, casi sin aliento, recibe la fuerza de Dios para seguir adelante. Mi alma, angustiada y triste puede descansar bajo la sombra del Todopoderoso. Es entonces cuando siento que “Jehová es bueno a los que en Él esperan, al alma que le busca”. Es bueno siempre. Cuando estaba perdido en el pecado le busqué y me restauró a una esfera de paz con Él. En un susurro a mi oído me dice ahora, con la gracia que fluye hacia mí, no temas, yo estoy contigo. Nunca me ha dejado, su fidelidad es admirable. No me he dado cuenta, pero cumple su promesa cuando dice: “Con él estaré yo en la angustia”. No lo merezco, pero su misericordia es nueva cada mañana, si, es verdad Señor, tú eres bueno.
 Muchas veces le pido a Dios: “Ahora estoy quebrantado y quiero que retires de mí la prueba que has permitido. Lo quiero urgentemente”.  Pero me doy cuenta que ese es mi tiempo, no es para mañana, es para ahora mismo. Pero me doy cuenta que el tiempo de Dios, no es el mío. Que su camino es, sin duda el mejor camino, porque lo ha trazado Su mano de amor. No entiendo lo que ocurre, no tengo respuesta a lo que está pasando, pero aún así, debo entender que el que dio por mí a su Hijo, me dará lo mejor en cada momento.
De modo que en lugar de gastar mis fuerzas tratando desesperadamente de salir de una situación incómoda para mi, debo dejar mi lucha para descansar a Su lado. Es tiempo de guardar silencio. Lamentarse no arreglará la situación, sino que añadirá más angustia. Dios me llama a esconderme bajo su gracia y “esperar en silencio la salvación de Jehová”. El silencio es la puerta abierta para oír la voz de Dios. Él habla muchas veces en un silbo suave y apacible. Debo callar yo para que hable Él. Mi salvación no será por mis fuerzas, sino por las suyas. Los oscuros nubarrones de la prueba están vertiendo a raudales agua fría sobre el campo de mi vida. Pero el sol inundará de luz las praderas y el agua de la prueba hará posible que se llenen de verdor. Las flores de la alegría adornarán entonces un nuevo tiempo si espero en silencio la salvación del Señor. Mi oración es: Señor, sé que eres bueno. Ayúdame a esperar en calma lo que tienes para mí.



Escrito por:   Pastor Samuel Pérez Millos.    Fecha de publicación  7/1/2017 10:21 PM
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