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Un soldado desobediente
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A medida que, por la fe, vamos reclamando nuestra herencia en Cristo, experimentamos cumbres de victoria y valles de desaliento. En la vida cristiana el desánimo es algo inevitable, pero debemos recordar que no podemos tener montañas sin valles. La ominosa palabra pero con que empieza el capítulo 7 del libro de Josué es una señal de que las cosas van a cambiar, porque Josué está apunto de descender de la cima de la victoria en Jericó al valle de la derrota en Hai. Josué era un líder talentoso y experimentado, pero seguía siendo un ser humano y por ende susceptible de cometer errores. En esta experiencia, él nos enseña qué ocasiona la derrota y cómo debemos manejar los desalientos de la vida.
Un soldado desobediente (Jos. 7:1, 20-21) -El pecador (Jos. 7:1). Su nombre era Acán o Acor, que significa "problema"; y era de la tribu de Judá (v. 16; véase 1 Cr. 2:7; nótese en el v. 26 que "Acor" también significa "turbación"). También es conocido en la historia bíblica como el hombre que turbó a Israel (Jos. 7:25). Debido a la desobediencia de Acán, Israel fue derrotado en Hai, y el enemigo mató a treinta y seis soldados judíos. Fue la primera y única derrota militar de Israel en Canaán, una derrota que quedó asociada para siempre con el nombre de Acán. Nunca subestimemos la cuantía de daño que una persona puede hacer cuando está fuera de la voluntad de Dios. La desobediencia de Abraham en Egipto casi le costó la vida a su esposa (Gn. 12:10-20); la desobediencia de David al realizar un censo no autorizado condujo a la muerte de 70.000 personas (2 S. 24); y la negativa de Jonás a obedecer lo que Dios le dijo que hiciera estuvo a punto de ocasionar el hundimiento de una embarcación (Jon. 1). La iglesia hoy día debe examinarse diligentemente, no sea que al permitir que brote" alguna raíz de amargura" se generen muchos problemas (He. 12:15). Por esa razón Pablo amonestó a los creyentes a que sometieran a disciplina al hombre desobediente que estaba en medio de ellos, porque su pecado estaba contaminando a toda la iglesia (1 Co. 5). Dios dijo claramente que el pecado era de Israel y no de Acán solamente (Jos. 7:1, 11). ¿Por qué inculparía Dios a toda la nación por la desobediencia de un solo soldado? Porque Israel era un pueblo en el Señor y no una simple mezcla de tribus, clanes, familias e individuos. Dios habitaba en medio de su campamento, y esto hacía de los judíos el pueblo especial del Señor (Ex. 19:5,6). Jehová Dios andaba en medio de su campamento y, por consiguiente, este debía ser un lugar santo (Dt. 23:14). Cualquiera que desobedeciera a Dios contaminaba el campamento, y esta contaminación afectaba su relación con el Señor y entre ellos mismos. Hoy el pueblo de Dios es un solo cuerpo en Cristo. En consecuencia, todos nos pertenecemos unos a otros, nos necesitamos los unos a los otros, y también nos afectamos los unos a los otros (1 Co. 12:12ss). Cualquier debilidad o infección que aflija a una parte del cuerpo humano contribuye a la debilidad e infección de las demás partes. Así ocurre también con el cuerpo de Cristo. "Si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan" (1 Co. 12:26). "Un pecador destruye mucho bien" (Ec. 9:18). - El pecado (Jos. 7:20, 21). Acán había escuchado a su comandante dar la orden de que todo el botín de Jericó debía ser dedicado al Señor y que debían ser enviado a su tesoro (6:1721, 24). Puesto que Jericó era la primera victoria de Israel en Canaán, las primicias del botín de guerra pertenecían al Señor (Pr. 3:9). Pero Acán desobedeció al dar los peligrosos pasos que conducen al pecado y a la muerte (Stg. 1:13-15): "Vi…codicié y tomé" Gos. 7:21). Eva hizo lo mismo cuando escuchó al diablo (Gn. 3:5), así como David cuando se rindió a los apetitos de la carne (2 S. 11:1-4). Puesto que Acán también codició las cosas que hay en el mundo, trajo derrota a Israel y muerte para él mismo y su familia. - El primer error de Acán fue darle a esos despojos una segunda mirada. Probablemente no pudo evitar verlos la primera vez, pero nunca debió volver la mirada y considerar la posibilidad de tomarlos. La primera mirada de un hombre a una mujer puede decirle: "¡Qué atractiva!" Pero es la segunda mirada la que pone a funcionar la imaginación y lleva al pecado (MI. 5:27-30). Si mantenemos delante de nosotros la Palabra de Dios, no desviaremos nuestra mirada al mal ni haremos lo malo (Pr. 4:20-25). - Su segundo error consistió en reclasificar esos tesoros llamándolos simplemente "los despojos" (Jos. 7:21). No se trataba de un botín común y corriente porque todos "los despojos" formaban ahora parte del tesoro del Señor y estaban totalmente consagrados a El. No pertenecían a Acán, ni siquiera a Israel; pertenecían a Dios. Cuando Dios identifica alguna cosa de una manera especial, no tenemos ningún derecho de cambiarlo. ¡En nuestro mundo actual, incluyendo al mundo religioso, la gente está reescribiendo el diccionario de Dios! "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!" (Is. 5:20). Si Dios dice que algo es malo, entonces es malo; y ese es el fin de la discusión. - El tercer error de Acán fue codiciar. "Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Stg. 1:14). En lugar de cantar alabanzas en su corazón por la gran victoria que Dios había dado, Acán estaba imaginando en su corazón lo que sería poseer todo ese tesoro. La imaginación es el "vientre" donde se engendra el deseo y del cual nacen, finalmente, el pecado y la muerte. - Su cuarto error fue pensar que podía librarse de las consecuencias de su pecado escondiendo el botín. Adán y Eva trataron de encubrir su pecado corriendo y escondiéndose, pero el Señor los descubrió (Gn. 3:7ss). "Sabed que vuestro pecado os alcanzará" fue dicho originalmente al pueblo de Dios, no a los perdidos (Nm. 32:23); y también: "Jehová juzgará a su pueblo" (Dt. 32:36; He. 10:30). Cuán insensato fue Acán al creer que Dios no podía ver lo que estaba haciendo, cuando "todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuentan (He. 4:13). El pecado de Acán se torna aún más aborrecible cuando nos detenemos a pensar en todo lo que Dios había hecho por él. Dios había cuidado de él y su familia en el desierto. Los había llevado con seguridad al otro lado del Jordán y le había dado al ejército la victoria en Jericó.
El Señor había aceptado a Acán como un hijo del pacto en Gilgal. Sin embargo, a pesar de todas estas maravillosas experiencias Acán desobedeció a Dios con el único fin de poseer unas riquezas que no podría disfrutar. ¡Si tan solo hubiera esperado uno o dos días más, podría haber reunido todos los despojos que hubiera querido con la victoria sobre Hai! "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt. 6:33).
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Escrito por:
W. Wiersbe - Curso: Seamos Fuertes
Fecha de publicación
10/2/2017 11:18 AM
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