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PREDICANDO Y VIVIENDO EL EVANGELIO
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Uno de los evangelistas más eficaces que jamás he conocido fue un hombre que trabajaba en una gasolinera en las afueras de una ciudad metropolitana en el norte de los Estados Unidos. Él nunca asistió a un seminario, ni tomó ningún curso en algún instituto bíblico, pero su Biblia estaba bien gastada y siempre abierta junto a la registradora. Regularmente atendía a las almas que venían a su negocio. Ya se ha mudado a otro local pero, estoy seguro, sigue siendo un testigo fiel. Este hombre no se dedica a minucias cuando habla del evangelio. Se concentra en la vida de Cristo, la esperanza de la vida eterna por fe en el Señor Jesucristo, y deja que el Señor obre para producir los resultados. Con maravillosa sabiduría y amor presenta el mensaje más atractivo y estimulante de vida eterna. Con el correr de los años, cientos de personas han llegado a conocer a Cristo en ese lugar, gracias a este hombre consistente que deja los resultados a Dios.
¡Qué alivio sentí el día en que Dios me convenció que no me considera responsable por la forma en que las personas responden al evangelio! Nos considera responsables a usted y a mí por proclamar y poner en práctica el evangelio; lo que la otra persona hace con eso, es asunto de esa persona. Piense en el ladrón que colgaba en una cruz junto a la de Jesús. Si jamás hubo una conversión al borde de la muerte, fue ésa. El ladrón vivió toda su vida como pecador, como bandido. Al colgar en la cruz con la sangre corriéndole por las manos y los pies, dijo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” Usted sabe de memoria la respuesta de Jesús; Él dijo: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). ¿Que cualificó a este ladrón para ir al cielo? No hizo ninguna buena obra para ganarse el cielo. De ninguna manera demostró ser digno de la vida eterna. Así que, ¿qué había hecho para recibir la vida eterna? ¿Qué aceptó Jesús? Fe; fe en el Cristo vivo, sencilla, sin adulteración, sin tener que demostrarla. Eso es todo lo que Dios requiere, y eso es todo lo que nosotros podemos ofrecer. El breve segmento de la vida de Jesús que el ladrón vio desde su perspectiva singular le convenció que estaba junto al Hijo de Dios. En Lucas 23 vemos su conversación sencilla y el intercambio de la muerte por la vida. Su diálogo nos enseña tres verdades importantes en cuanto a la conversión.
- Nadie jamás está demasiado lejos como para convertirse a Cristo. ¿Puede pensar en alguna persona respecto a la cual usted ya se ha dado por vencido? “Ah, jamás llegará a conocer a Cristo. He hecho todo lo posible para ganarla para Cristo, y jamás va a responder.” Cuando se vea tentado a pensar que alguien ya está fuera del alcance de la gracia, recuerde al criminal en la cruz.
- Su vida consagrada es la herramienta más eficaz de evangelización. Sócrates dijo una vez que las palabras son “cosas necias.” Nunca he oído eso dicho con más frecuencia que cuando las personas imponen un testimonio con palabras. El mensaje real es su vida. Cuando su vida atrae la atención de los perdidos, tendrá suficiente prueba para respaldar las palabras que usa. Deje que Dios haga su obra en las vidas de ellos y en la suya. Cuando Él lo hace, usted se asombrará por la forma en que Él le da las palabras apropiadas.
- Todo lo que Dios requiere y acepta es fe sencilla. Si usted está luchando a brazo partido para ganarse la entrada al reino de los cielos, deténgase; porque está en el sendero equivocado. Piense al respecto: ¿cuántas obras serían suficientes para ganarle la entrada? Si la salvación es por fe, toda la obra y toda la gloria son de Dios. Todo lo que Dios quiere de usted es su fe; fe sola en Cristo solo. Algo más para alentarle, amigo mío: Jamás dude de su aceptación al instante en la familia de Dios cuando usted venga a la manera de Dios. El ladrón no dudó del Señor. No tuvo que hacerle alguna promesa. Creyó de todo corazón y fue salvado allí mismo y al instante.
Como mi amigo en la gasolinera, prepárese para hablar de la maravillosa verdad de lo que Dios ha hecho por usted, en cada oportunidad que le provea. Dios le dará las palabras de vida para decirles a otros, allí y al momento.
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Escrito por:
Pastor C. Swindoll
Fecha de publicación
7/17/2019 9:27 AM
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