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Capítulo 7

Eclesiología - La Doctrina de la Iglesia

 

ECLESIOLOGIA

I. El significado de la palabra.

II. El uso de la palabra.

III. Lo que no es la iglesia.

IV. Lo que es la iglesia.
A. Un misterio.
B. Un cuerpo.
C. Un edificio.
D. Una novia.

V. Los dones para el cuerpo.

VI. La iglesia local.

VII. Disciplina en la iglesia.

VIII. Ordenanzas en la iglesia.
A. Bautismo.
B. Cena del Señor.

Capitulo VII

ECLESIOLOGIA

Eclesiología es la doctrina de la iglesia.

I. EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA

La palara “iglesia”no significa el edificio donde la congregación se reúne; ni el sistema papal del catolicismo romano.  Tampoco es una compañía, ni un club, ni una organización.  La iglesia no es una organización, es un organismo.

La palabra iglesia traduce la palabra griega ecclesia, la cual significa compañía de llamados afuera, o asamblea.  Si llamáramos a las cosas de la Biblia por los nombres correctos de la Biblia, deberíamos llamar a la iglesia la asamblea de Dios en Cristo.

La palabra  ecclesia siempre significa asamblea de llamados afuera.  Y puede referirse a toda clase de personas; y no está limitada a creyentes en Cristo.  Hay tres referencias en la Biblia que enfocan tres diferentes clases de personas.  No están relacionadas entre ellas, y son llamadas asambleas.

A. Una asamblea popular tumultuosa

“Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron.  También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase en el teatro.  Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido...Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea (IGLESIA) se puede decidir.  Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso.  Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.(IGLESIA)”  (Hechos 19:30-32, 35, 37, 39, 41).

B. Los hijos de Israel.

Ciertamente los hijos de Israel fueron denominados una compañía de llamados afuera de Egipto, pero sabemos que ellos no eran el cuerpo de Cristo.  Cristo aun no se había manifestado en carne.  “Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación (iglesia) en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; ” (Hechos 7:38).

C. El cuerpo de Cristo.

Nos referimos al cuerpo de creyentes en el Señor Jesucristo.  El Nuevo Testamento abunda en referencias a la ecclesia, la asamblea, los llamados a Cristo fuera del mundo.  Veamos unas pocas referencias: Dios  “sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” (Ef. 1:22, 23).  “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, ...Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.  [ecclesia, significa asamblea de llamados afuera” (Ef. 5:25, 32).

II. EL USO DE LA PALABRA

Sabiendo que la palabra “iglesia” proviene del griego ecclesia, y que significa compañía de llamados afuera o asamblea, volvamos nuestra atención hacia aquellos textos de la Escritura que tratan con el cuerpo de creyentes.  La palabra  ecclesia se usa de las siguientes maneras:

A. Una Asamblea o Iglesia local.

“Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo” (I Tes. 1:1).   “a la iglesia de Dios que está en Corinto, . . .“ (I Cor. 1:2).

B. Iglesias o Asambleas locales.

Esto hace referencia a varios cuerpos locales.  “Pablo. . . y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:...” (Gal. 1:1-2).

C. El cuerpo de creyentes vivos.

Queremos referirnos a un grupo de creyentes vivos, radicados en cierta región, sin referencia a una asamblea local, y sin número establecido.  Por ejemplo, un predicador puede referirse a la iglesia de Buenos Aires, la iglesia de Bogota, etc.  Inmediatamente sabemos que se refiere a los creyentes en aquella ciudad.  La mejor ilustración del uso de la palabra en este sentido es:  “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; ” (Gal. 1:13).   Saulo (Pablo) no limitaba su persecución a cierta asamblea, o a algunas asambleas locales.  El iba por todas partes, metiéndolos en prisión, y agrediendo a los primeros cristianos.  El consideraba a todos los cristianos como La Iglesia.

D. El Cuerpo de Cristo completo.

El Cuerpo de Cristo completo es llamado la iglesia, compuesto por todos los creyentes, en todas partes del mundo, desde Pentecostés hasta el arrebatamiento.  “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, ” (Ef. 5:25).

III. Lo que la Iglesia NO es

A. La Iglesia NO es Israel.

“No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; ” (I Cor. 10:32).  Aquí se revela que hay 3 clases de personas hoy: Judíos, Gentiles e Iglesia.  Cuando un judío se salva, deja de ser judío, y se convierte en un cristiano.  Cuando un Gentil acepta a Cristo, deja de ser gentil, y llega a ser un cristiano.  “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.  Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.  Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gal. 3:27-29).  La Iglesia (el Cuerpo de Cristo) no es el Israel espiritual: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, ” (Ef. 2:14, 15).  El Cuerpo de Cristo (Iglesia) es un nuevo hombre, y no Israel, ni tampoco un Israel espiritual o un Israel reavivado.

B. La Iglesia NO es el Reino.

Iglesia
1. No hay herederos de la Iglesia.
2. No hay receptores de la Iglesia.
3. Hay Ancianos en la Iglesia.
4. No hay Hijos de la Iglesia.
5. La Iglesia es llamada Templo (Ef. 2:21).
6. La Iglesia es aquí.
7. La Iglesia nunca fue tema de la profecía del A.T. (Ef. 3: 5,9).
8. La Iglesia debe ser edificada (Ef. 4:12).

Reino
1. La Iglesia es heredera del Reino.
2. La Iglesia es receptora del Reino.
3. No hay Ancianos en el Reino.
4. Hay hijos del Reino.
5. El Reino nunca es llamado un Templo.
6. El Reino no es aquí, porque el Reino no es al presente (Mat. 6:10).
7. El Reino es el tema de la Profecía.
8. El Reino debe ser establecido (Hechos 15:16).

IV. Lo que la Iglesia ES

A. Es un Misterio.

“que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, . . . y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; ” (Ef. 3:3-6,9). Un “misterio” en la Escritura significa una “verdad revelada por primera vez.” En los versículos citados, el Espíritu Santo nos muestra que La Iglesia ( el Cuerpo de Cristo) fue primeramente revelado al Apóstol Pablo, y que no fue conocido por los profetas del Antiguo Testamento.  La verdad de la Iglesia no estaba escondida en los escritos del A.T., sino que estaba escondida en Dios.

B. Es el Cuerpo del cual Cristo es la Cabeza.

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.  Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.  Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. . . . para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.  De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.  Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. ” (I Cor. 12:12-14, 25-27).

El Cuerpo es un organismo compuesto por varios miembros.  Todos los miembros no tienen la misma función.  La Iglesia no es un cuerpo físico, sino un cuerpo espiritual.  Los creyentes en Cristo son hechos miembros de ese cuerpo espiritual por el bautismo del Espíritu Santo.  Hay algunos que sostienen que I Corintios 12:13 habla de bautismo por agua, pero ese argumento puede ser refutado fácilmente por otra Escritura.  I Corintios 12:13 dice que fuimos hechos miembros del Cuerpo de Cristo por bautismo (del Espiritu), mientras que Ef. 3:6 declara que hemos sido miembros de ese Cuerpo por el Evangelio.  Ambos son correctos.  Si I Corintios 12:13 hablase de bautismo por agua, entonces el agua del bautismo seria parte esencial del Evangelio de Efesios 3:6.  Sabemos, de todos modos, que el agua bautismal no tiene parte en el Evangelio.  El Evangelio es la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo (I Cor. 15:1-4).

Así como es cierto del cuerpo fisco, es también cierto del cuerpo espiritual; cuando un miembro del cuerpo sufre, todos los miembros sufren con él.  Ningún miembro puede sufrir persecución sin que todo el cuerpo se duela también.  Ningún miembro puede apenarse, sin que todo el cuerpo sufra pena con él.   Cuando el Cuerpo sufre, la Cabeza también sufre.  Cuando somos perseguidos, Cristo también es perseguido: “y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9:4).

Recuerde que el Cuerpo es un organismo
y debe ser considerado como tal. Un edificio, por ejemplo, puede ser reparado reemplazando viejas puertas y ventanas, pero cuando ciertas partes del Cuerpo son quitadas, como un brazo, una pierna, ojo, y otros, la parte no puede ser reemplazada.  Si fuese posible para un miembro del Cuerpo de Cristo perder su salvación, entonces el Cuerpo de Cristo seria mutilado, y esto nunca podría suceder.  Aquí tenemos 4 características del Cuerpo de Cristo:

1. Unidad.  Un Cuerpo es Uno, algo completo, una unidad orgánica.  Así es el Cuerpo de Cristo.

2. Inmortalidad.  El Cuerpo de Cristo nunca morirá, porque esta conectado a una Cabeza viviente.

3. Manifestación.  El único propósito del Cuerpo de Cristo es manifestar, o revelar a Cristo.  “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Fil. 1:21).  “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. ” (Gal. 2:20).

4. Servicio.  Los pensamientos y planes de la Cabeza son para ser manifestados por el Cuerpo.  Del mismo modo, el Cuerpo de Cristo manifiesta la voluntad de la Cabeza, el Señor Jesucristo.  Lo que El manda debe ser hecho.  Su Voluntad debe gobernar nuestros movimientos.

C. Es un Edificio Vivo.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. ” (Ef. 2:19-22).

Los Apóstoles y Profetas del Nuevo Testamento son el fundamento del edificio que es la Iglesia.  Ellos fueron los primeros en creer en Cristo Jesús, y ellos fueron los primeros en proclamar al Señor Jesús.

“vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. ” (I Pedro 2:5).  Nosotros los creyentes somos piedras vivas de este nuevo edificio de Dios.  Cuando el Templo de la antigüedad fue levantado, no hubo ruido de martillo, cincel, o sierra.  Todos los materiales se prepararon de antemano.  Así también con nosotros, fuimos escogidos en Cristo.  Las piedras interiores del Templo no podían ser vistas, estaban recubiertas con madera y oro.  Solamente el oro podía ser visto.  Nosotros, las piedras vivas del Edificio de Dios, no somos vistos.  Cristo solamente es visto.

El Edificio fue levantado de piedras de diferentes colores; el Edificio de Dios se compone de personas de raza negra, roja, amarilla, blanca.  Dios mora en el Templo, y El permanece en nosotros.

D. Es la Esposa (o Novia).

Algunos han propuesto que la esposa de Cristo es la misma que la esposa de Jehová en el A.T., la cual es Israel.   Pero hay un texto en las Escrituras que desacredita esta teoría, y es Apocalipsis 22:17:  “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”  Este pasaje declara que el Espíritu y la Esposa están extendiendo la invitación a pecadores para creer en el Señor Jesucristo.  Si la Esposa fuese Israel, entonces el Espíritu e Israel estarían extendiendo esta invitación.  Pero sabemos que eso no es cierto, porque la mayor parte de Israel no es creyente al presente.  ¿Quién está invitando, o urgiendo a las personas a creer en Cristo?  Es la Iglesia, no Israel.  Por lo tanto, la Esposa es la Iglesia, el cuerpo de creyentes.

Efesios 5:25-32 claramente apunta el hecho de que esposo y esposa tienen la misma relación que Cristo y la Iglesia.  Especialmente vemos esto en los versículos 28-30:  “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.  Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.”

1. La Esposa es comprada por Cristo.  “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, (Ef. 5:25).  Ver también I Corintios 6:19, 20.  En el oriente los hombres compraban sus esposas; el precio era su dote.  Cristo compro su Iglesia con su propia sangre preciosa.  Su sangre es su dote para siempre!

2. La novia está desposada a Cristo.  “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.”  (II Cor. 11:2).  Las bodas orientales difieren grandemente de las nuestras.   Las costumbres orientales eran de la siguiente manera: Primero, la esposa era comprada (nosotros hemos sido comprados por Cristo); segundo, se llevaba a cabo la ceremonia, comenzando el periodo de desposorios, el cual duraba mas o menos un año.  Durante este tiempo la novia era considerada la esposa de su marido, aunque todavía no Vivian juntos.  Ese año de espera era considerado como una protección para el futuro hogar.  Si surgía una mancha contra el carácter o la conducta de la novia, debía salir a luz durante ese tiempo.  También, la esposa de Cristo está ahora en ese periodo de desposorio.  Durante este tiempo, las manchas de la novia, si hubiere alguna, ciertamente se manifiestan ahora.  Finalmente llega la consumación del matrimonio.

3. La novia se unirá a Cristo.  “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.  Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” (Ap. 19:7, 8).  Será la consumación de las bodas de Cristo con su iglesia.  El periodo de desposorio habrá terminado; ella estará con su esposo, y para siempre con El (I Tes. 4:17).

V. Los Dones para el Cuerpo

“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.  Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres . . . Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, ” (Ef. 4:7, 8, 11).

A. Apóstoles.

Este fue el primer don dado a la Iglesia como Cuerpo.  Sobre los Apóstoles fue edificada la Iglesia de los primeros tiempos.  La palabra “apóstol” en el griego es la misma palabra para “misionero” en latín, y significa “un enviado.”  Por supuesto, la iglesia tiene misioneros hoy (enviados), pero no tiene apóstoles.

B. Profetas.

A estos hombres Dios les dio Sus Revelaciones.  Al principio, la Iglesia no tenía el Nuevo Testamento, y se necesitaba conocer las doctrinas de Dios; por eso, Dios le dio a hombres su Palabra aun no escrita; y ellos la comunicaban a personas.  La Iglesia no tiene profetas hoy porque tenemos la Revelación completa de Dios, el Nuevo Testamento.

C. Evangelistas.

Otro don para la Iglesia fueron los evangelistas.  Estos hombres fervientemente predicaron el Evangelio.  Fueron hombres de humildad, con una carga por los perdidos.  Al Pastor se le dice que haga la obra de evangelista (II Tim. 4:5).  El día del evangelista no ha terminado, y no terminará hasta que Cristo venga a reinar sobre la tierra.

D. Pastores y Maestros.

La palabra “pastor” significa “pastor de ovejas.”  El pastor ha de ser el pastor de sus ovejas, cuidando su rebaño, llorando y regocijándose con ellos.  La Iglesia en su necesidad clama hoy por pastores.  Bendito sea el hombre que tiene un corazón de pastor.  Un pastor no solamente está llamado a predicar 3 sermones a la semana, sino que está llamado a pastorear, cuidar, visitar, amar, proteger, instruir las ovejas.  Cada pastor, mientras hace el trabajo de Evangelista, que es ganar almas, también debería ser alguien que es capaz de enseñar la Palabra a su rebano.  ¿De dónde los miembros de la Iglesia tendrán la Palabra sino de su pastor?  Toda la verdad que algunas personas logran tener está en el sermón dominical.

Algunos distinguen entre el pastor y el maestro, creyendo que están aquellos llamados a ser solamente maestros.  Esto puede que sea así, pero todo pastor debe ser maestro también.  Tal vez todos los maestros no sean pastores, pero todos los pastores deben ser maestros.

VI. La Iglesia Local

Aunque creemos que el Cuerpo de Cristo está compuesto por todos los creyentes desde Pentecostés hasta el Arrebatamiento, nosotros enfatizamos la importancia de la iglesia local, o asamblea.  La Asamblea local es el cuerpo físico por el cual el Cuerpo (Iglesia) se manifiesta.  Dios enfatiza la importancia de la Iglesia Local dándole oficios y ordenanzas.  El que se avergüenza de la asamblea local, se avergüenza de lo que Dios estableció en Pentecostés.  La Iglesia local, como cuerpo de Cristo, fue establecida en Pentecostés.

A. Su organización.

La Escritura indica que había cierta organización, pero no como la  de hoy.  No fue copiada de la sinagoga sino que fue bastante diferente.

B. Sus oficios.

1. Diáconos.  I Timoteo 3:8-13 nos da los requisitos para diáconos.  Los diáconos fueron elegidos para ministrar a la iglesia.

2. Pastores y Ancianos.  Hay una vasta diferencia entre la Iglesia de los primeros tiempos y la de hoy.  La iglesia de los primeros tiempos tenía muchos pastores en una sola asamblea local.  Los Ancianos eran llamados así porque eran los mayores en la familia.  Si el padre moría, el primer hijo tomaba su lugar.  Un anciano era un hombre mayor.  Tito 1:5-7 dice, “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía.  Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas.”  De acuerdo a lo que dice Tito, el anciano y el pastor eran la misma persona.  La palabra “anciano” se refiere a la persona, mientras que la palabra “pastor” se refiere al oficio.  Cada obispo era un anciano, pero no todo anciano era obispo.  La palabra “obispo” significa “sobreveedor.”  Los “sobreveedores” de las iglesias locales eran hombres mayores.  Este grupo de ancianos componían el llamado presbiterio (I Tim.1:4).

C. Su propósito.

El propósito de la Iglesia es glorificar a Dios en la edificación del Cuerpo de Cristo en la santa fe; y esparcir el Evangelio hasta lo último de la tierra, ganando, bautizando, y enseñando a personas.

VII. La Disciplina en la Iglesia Local

Aunque es cierto que la Iglesia está bajo la Gracia y no bajo la Ley, la carne todavía está en el creyente, y el Señor ha puesto reglas de disciplina para su iglesia local.  Hay 3 pasos en la disciplina de la iglesia local, y son los siguientes:

A. Juzgarse a si mismo

“Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;” (I Cor. 11:31).  El creyente sabe cuando ha pecado e inmediatamente debería confesarlo a Dios (I Juan 1:9).  Si confiesa su pecado, el se ha juzgado a si mismo.  Queda perdonado, y nunca será juzgado por lo mismo otra vez. Confesar no es solo admitir lo que uno haya hecho, es más que eso.  Es tomar un paso en contra de lo que haya hecho.

B. El juicio de la Iglesia.

Si un hermano en pecado no se juzga a si mismo, entonces debe ser juzgado por la Iglesia local.  I Corintios 5:11, 12 dice:  “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.  Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?”  Este juicio extremo debería aplicarse solamente después de agotar los esfuerzos por restaurarle.  “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” (Gal. 6:1).

C. Juicio de Dios.

Si el hermano caído no se juzga a si mismo, y tampoco la iglesia le juzga, entonces Dios le juzgará con disciplina. (Heb. 12:5-13).

VIII. Las Ordenanzas en la Iglesia Local

La Iglesia tiene 2 ordenanzas: Bautismo y Cena del Señor.  El Bautismo debe observarse al principio de la vida cristiana; la Cena del Señor debe tomarse durante toda la vida cristiana.  Destacamos el hecho de que son 2 ordenanzas y no sacramentos.

A. Bautismo.

Bautismo viene de la palabra griega  baptizo, y significa sumergir, y no rociar.

1. Obligación  (Mat. 28:18-20; Rom. 6:1-6; Col. 2:12).  A todos lo creyentes se les obliga a bautizarse.  Nadie debe orar para buscar la voluntad de Dios en este asunto.  Es un mandato del Señor.

2. Administración.  El hombre que oficia esta ordenanza debería ser un ministro ordenado.

3. Explicación.  El Bautismo es una declaración pública de fe en Cristo, hecha por el creyente delante de los hombres.   Es una demostración externa de un hecho interno, y no solo es un cuadro de la muerte, sepultura y resurrección del Senor Jesucristo, sino también una identificación pública con El.  El bautismo es la declaración pública de su propia muerte en Cristo (II Cor. 5:14): su muerte al pecado, muerte al ego y a su vieja vida.  Es también su declaración de resurrección con Cristo, después de haber sepultado su vieja vida, para andar con El en vida nueva.

El Bautismo para todos los creyentes, como está registrado en las Escrituras, ilustra la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.  El Bautismo de Juan el Bautista miraba hacia adelante, a la muerte y resurrección de Cristo, y nuestro bautismo hoy mira  hacia atrás a la muerte y resurrección de Cristo.

No es un requisito para salvación.  El hombre es salvo solo por la fe en Cristo, y esto ocurre antes del bautismo.  Es cierto que el bautismo es una declaración pública de fe delante de los hombres, pero Dios mira más allá de las aguas del bautismo al corazón de las personas.

4. Participación. ¿Quiénes deberíamos ser bautizados?  Yo creo que solamente  los creyentes  “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Marcos 16:16).  Lo primero es la fe, después viene el bautismo.  Y de nuevo preguntamos, “¿debe la persona bautizarse para ser salvo?”  No, si el agua del bautismo hubiese sido esencial para salvación, el Señor hubiera dicho, “el que no fuere bautizado será condenado.”  El Apóstol Pablo, escribiendo a los corintios dijo:  “Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo,. . . . Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.”  (I Cor. 1:14, 17).  Si el bautismo hubiese sido necesario para salvación, Pablo no hubiese destacado el hecho de que bautizó a tan pocas personas en Corinto.  Pablo claramente estableció que el bautismo no tiene nada que ver con el Evangelio (Rom. 1:16).  Cristo no lo había enviado a bautizar sino a predicar el Evangelio.

Es imposible bautizar a un no creyente; si se lo bautizare, será inconverso antes de ser sumergido, y seguirá siendo inconverso después que salga del agua del bautismo.

¿Cuál es la edad limite para el bautismo?  Algunos sostienen que la edad de 12 años es la mínima para que alguien sea bautizado.  Aunque esto no tiene base bíblica, y creemos que fue tomado de las costumbres judías del Bar-mitz-va.  La Escritura claramente establece que el bautismo es para todos los creyentes sin distinción de sexo ni edad.

B. Cena del Señor.

“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.  Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.  Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.  De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.  Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.”  (I Cor.11:23-28).

1. Origen.  Con un poco de atención a la lectura del párrafo anterior entendemos claramente quien instituyó la Cena del Señor.  No hay registro de esta ordenanza antes de que el Señor Jesucristo la instituyese.  Nosotros, tomamos el pan y la copa de sus preciosas manos.  La vaga teoría de que Cristo nunca existió es echada por tierra por la Cena del Señor, pues la Cena es suya y solo suya.

2. Obligación.  Las palabras  “haced ésto” son un mandato del Señor, y las palabras  “todos de él” (Mat. 26:27) establecen que es una ordenanza para todo el cuerpo de Cristo.

3. Participación.
a. ¿Quienes?  Todo hijo de Dios bautizado debería participar de la Cena del Señor.  Aquellos que se sentaron con El a la mesa de la cena estaban bautizados.  El Bautismo es un símbolo del comienzo de la nueva vida, y la cena del Señor es un símbolo del sostenimiento de esa vida.
b. ¿Con qué frecuencia?  Algunas iglesias tienen la Cena del Señor cada domingo; otras, una vez al mes; otras, 4 veces al año.  ¿Qué estipula la Escritura para su observancia?   “A menudo” (I Cor. 11:26): pero no se establece algo rígido.
c. ¿Cual es la manera?  Algunos creyentes están confundidos en cuanto a  su participación en la Cena del Señor después de leer I Corintios 11:27-29.  Ellos leen la palabra “indignamente,” e inmediatamente recuerdan sus errores pasados, y temen comer y beber juicio para si.  Entendamos que la palabra “indignamente” es un adverbio, y que modifica el verbo “tomar.”  Ahora, ¿quién de nosotros puede llamarse a si mismo digno?  ¡Ninguno!  Esto hace referencia al acto de la participación.  El contexto nos enfoca la explicación.  En los primeros días de la iglesia los creyentes ricos traían sus comidas y sus vinos a la cena del Señor, mientras que los creyentes esclavos no traían nada.  Al avanzar la fiesta, algunos creyentes corintios ricos se embriagaban. Los pobres, que no tenían nada, se mantenían sobrios.  La Cena de Señor se recordaba al final del banquete, y entonces, los creyentes embriagados, en realidad no apreciaban la Cena del Señor.  En ese descontrol, para ellos la copa del Señor era una copa más.  No discernían el cuerpo y la sangre del Señor; y por eso tomaban la cena “indignamente.”  Esos pecados llevaron a algunos creyentes a la muerte en la iglesia de Corinto:  “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.” (I Cor. 11:30).

Generalmente, si el creyente se siente indigno, es un buen indicativo de que es digno, y viceversa.  El hombre que encuentra alguna cualidad personal en si mismo que lo hace digno de participar en la cena del Señor mejor se debería abstener de participar.  La mesa no se prepara para los justos, sino para pecadores justificados por su fe en Cristo.

4. Constitución.  Los elementos de la Cena del Señor son pan y jugo de la vid. 

5. Interpretación.
a. Transubstanciación.   Esta es la interpretación de la iglesia Católica Romana.   Declara que, por la consagración del sacerdote, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor Jesucristo.  Este dogma establece que cuando el Señor dijo:  “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 6:53), él hablaba de su propia carne y sangre.  Por lo tanto, la hostia y el vino en el ritual de la misa se convierten en la carne y la sangre de Cristo. 
b. Consubstanciación.  Algunas denominaciones protestantes creen esta interpretación, que establece que, pese a que el pan permanece pan y el vino permanece vino, el cuerpo y la sangre están presentes en un sentido espiritual, y el cuerpo y la sangre están presentes solo en el momento de participar.  Al terminar cesan de ser cuerpo y sangre de Cristo.
c. Simbolismo.  Creemos que esta es la verdadera interpretación, la cual establece que el pan y el vino son solamente símbolos del cuerpo de Cristo y de su sangre, que fue derramada en la cruz del calvario para remisión de pecados.  “Haced esto en memoria de mi”.  Observamos la Cena del Señor en memoria de El, y es hasta allí donde esto llega.

6. Limitación.  ¿Hasta cuando la iglesia debería continuar esta observancia?  Hasta que el Señor regrese.  Cual debe ser nuestra respuesta al que se burle de su venida y pregunte, “¿donde está la promesa de su venida?”  Debemos apuntar a la mesa del Señor y replicar:  “Hay una promesa de su venida.”

7. Evaluación.
a. Su valor doctrinal.
(1) La Persona de Cristo.
(a) Su humanidad.  Su humanidad es tan real como su Deidad.  Los símbolos hablan de su cuerpo y su sangre, y es muy esencial que El es humano, como el sacrificio debía ser en la naturaleza del que había pecado (“Cristo murió por nosotros”).
(b) Su Deidad.  Su Deidad se expresa en las palabras “Cena del Señor.”  Todos los títulos de la Deidad están en esta sola palabra, “Señor.”
(2) La obra de Cristo.
(a) Su muerte.  Los elementos de la Cena del Señor ilustran este hecho, porque el cuerpo y la sangre están juntos en vida, pero separados en la muerte.
(b) Su resurrección y segunda venida.  “hasta que El venga” significa hasta que El venga desde el Cielo.”
(3) La manera de la salvación.
(a) Asume nuestra culpa y desamparo.
(b) Enfatiza la sustitución.  (“partido por nosotros”)
(c) Nos recuerda que la salvación es gratuita.  (es dado por nosotros)
(d) Declara que el don de la salvación debe ser aceptado.  (Tomad, comed y bebed)
b. Su valor devocional.
(1) Venimos con confesión.
(2) Venimos con oración.
(3) Venimos con consagración.
(4) Venimos con humildad.
(5) Venimos con acción de gracias.
(6) Se involucra el hombre integralmente.
(a) Oídos para oír su invitación.
(b) Ojos para ver su símbolo.
(c) Manos que manipulan los elementos.
(d) Boca que come los elementos.
(e) Cuerpo que asimila los elementos.
c. Su valor práctico.
(1) Es un medio de Gracia.
(2) Es un medio de testimonio.
(3) Es un medio para fortalecer la fe.
(4) Es un medio para promover amor hacia El.
(5) Es un medio para promover amor unos a otros.
(6) Es un medio para promover comunión.  Esta comunión es unos con otros en Cristo alrededor de la mesa del Señor, siendo El el centro.
(7) Es un medio para estimularnos a la Santidad.
d. Su valor profético.  Si el Señor Jesús no viniese por segunda vez, ¿Por qué celebrar la Cena del Señor?   ¡El viene!   Recuerde, en respuesta a aquellos que preguntan, “¿dónde está la promesa de su venida?”, nosotros señalamos hacia la Cena del Señor.

 

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Samuel Montoya
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