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Nuestra seguridad es firme
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. “...Y el que creyere en él, no será avergonzado” (Ro. 9:33). Una promesa reiterada en toda la Biblia. Quien cree en Dios, no será avergonzado. El creyente no depende de los bienes presentes y no se sostiene en aquello que puede alcanzar con su esfuerzo, deposita su confianza en el Señor.
Nuestra seguridad es firme porque descansa en las promesas de Dios, que es fiel y hace honor a su palabra. Esa es la razón suprema de nuestra seguridad, que permite una vida de absoluta tranquilidad. No puede tener temor quien tiene la certeza de la presencia y compañía de Dios en su vida. No hay inquietud para quien sabe que Dios está por él. No hay angustia para quien conoce el compromiso del Señor de estar continuamente a su lado y prestarle la ayuda, fuerza y protección que necesite en cada momento. De otro modo: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31. Dios está de mí parte. Nadie puede infundirme temor porque ningún enemigo es más poderoso que Él. Su promesa es cierta y Él ha dicho que nos lleva continuamente en triunfo en Cristo (2 Co. 2:14).
Tengo seguridad de que no seré avergonzado en mi fe. No solo descansa en Dios, sino que se afirma en su Palabra. Los hombres tratan de confundirnos atacando continuamente la Escritura sobre la descansa nuestra fe. Pero día a día, momento a momento puedo comprobar que esa Palabra no ha fallado nunca, que es tan verdadera como Dios mismo. No es una vergüenza ser un creyente sencillo. La fe que mira sólo a Jesús es una corona de honra.
Tampoco seré avergonzado en el amor de Dios. Jesús es nuestro admirable Buen Pastor que muestra su amor siempre. Es posible que estemos en el valle de sombra de muerte, pero sentimos que nos ama porque en ese trance está con nosotros. Vendrán las pruebas y seremos conmovidos, pero su amor es permanente y ha prometido que en la angustia estará a nuestro lado (Sal. 91:15). Podrá ser que todos nos abandonen incluso aquellos que son más próximos, pero “aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” (Sal. 27:10). Su amor por nosotros no es reciente, sino eterno, por eso mantiene continuamente su misericordia (Jer. 31:3).
No seremos avergonzados en la esperanza. Todo será como Dios ha dicho. Seremos alimentados, guiados y bendecidos. Las inquietudes no podrán privar nuestro sueño y en medio de ellas dormiremos confiadamente porque sabemos que el Señor está cumpliendo en todo Su propósito para nuestras vidas. Nuestro Señor vendrá en cualquier momento para recogernos. Los días de nuestras lágrimas terminarán. ¡Cómo nos gloriaremos en el Señor que primero nos dio esperanza viva y luego nos dará aquello que esperábamos! Nadie criticará entonces nuestros fracasos y caídas, porque nunca más serán recordadas.
Cuando los enemigos de Cristo sean vestidos de confusión perpetua, nosotros seremos coronados de honra, porque hemos escogido el vituperio de Cristo antes que los tesoros del mundo. Allí veremos definitivamente cumplida la verdad del texto: “el que creyere en Él, no será avergonzado”.
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Escrito por:
Pastor Samuel Pérez Millos.
Fecha de publicación
11/3/2017 8:52 AM
Número de visitantes
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