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¡Responde el llamado divino!
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"Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido." Efesios 4:1 (NVI)
El llamado al que Pablo se refiere, se traduce vocación en otras traducciones. La idea es siempre la misma. La vocación (del latín: vocāre; llamar) es una forma de expresar nuestra personalidad frente al mundo del trabajo, del estudio, y todos los ámbitos, que se manifiesta como disposición "natural" al realizar ciertas actividades y a preferir determinados ambientes y contextos de actividad. Sin embargo, la vocación no es algo innato. Se puede englobar bajo la denominación proyecto de vida. Pablo toma esta idea universal y la aplica para la vida cristiana. Lejos de espiritualizar sobre la utopía de la conducta diaria del hijo de Dios, nos presenta este requerimiento divino para vivir de una manera digna, en relación al llamamiento que tenemos. Se espera que el príncipe de Luxemburgo cumpla con los protocolos determinados para tal función. Dios espera que sus hijos cumplamos los protocolos que la Biblia nos demanda. Para cumplir con esa vocación, Dios nos equipa con cuatro grandes virtudes: Humildad. Lejos de ser una virtud lastimosa y peyorativa, la humildad es la virtud por la cual una persona sabe el valor que tiene y no utiliza esa condición para sojuzgar o denigrar a otros. Sino que tiene la grandeza de respetar a los demás. El ejemplo más gráfico de esto es Jesucristo mismo. Mansedumbre. Otros la traducen como amabilidad. La capacidad de enojarse cuando hay que enojarse y de no enojarse cuando no hay que enojarse. Es la virtud que nos permite actuar amablemente, a pesar de las circunstancias. Ser manso no es ser ganso. El ejemplo más poderoso de esto es Jesucristo mismo. Paciencia. La virtud de mantener el buen ánimo a pesar de las circunstancias. No es una resignación pasiva. Es una resistencia activa que permite mantener la paz aún en medio de la peor tormenta. Y de no utilizar a los que nos rodean como receptores de nuestro mal humor por los problemas que tengamos. El ejemplo más notable de esto es Jesucristo mismo. Amor. La virtud de dar sin esperar nada a cambio. Y obviamente, el ejemplo más grandioso de esto es Jesucristo mismo. La aplicación en la vida de estas cuatro virtudes, genera una relación de paz. Y esto es el llamado que Dios nos hizo.
REFLEXIÓN — Responde el llamado divino. Es tu vocación.
Un gran abrazo y bendiciones
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Escrito por:
Daniel Pérez Cliffe.
Fecha de publicación
11/4/2010 9:04 AM
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