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El Dar - Primera parte - Equilibrio en la Vida Cristiana
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El apóstol Juan relaciona el dinero con el amor de Dios cuando dice: « Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?» (1 Jn. 3: 17). Este versículo va precedido de uno que dice que debemos poner nuestras vidas por los hermanos como la más grande prueba de amor. Pero, desde luego, la mayoría de los cristianos no tendrán nunca la oportunidad de llegar hasta ese extremo, aun si se valdrían de la oportunidad si acaso se les presentara. ¿Cómo, pues, puede el creyente en circunstancias ordinarias mostrar que ama a su hermano y, por consiguiente, a Dios? La contestación es simple: por dar dinero y bienes a su hermano. Si no lo hace, entonces muestra, no sólo que no ama a su hermano, sino que no ama a Dios. Apenas hay alguien que no puede dar; por lo tanto, todos pueden mostrar por este medio la medida de su amor a Dios. El dar dinero y objetos es manifestación y responsabilidad de una vida verdaderamente espiritual. ¿De qué manera cumplimos debidamente esta responsabilidad? Sin ninguna apología, el Nuevo Testamento hace gran énfasis en el hecho de dar. Hay mandamientos, sugerencias prácticas, admoniciones, ejemplos y exhortaciones referentes a este importante ministerio. En todas partes de la Biblia se condena la mezquindad, la codicia y la avaricia, en tanto que se alaban la generosidad, la hospitalidad y la caridad. El dinero no es un tema carnal o mundano que hay que evitar o del que se habla solamente después de haberse considerado los asuntos « más importantes» . La misma palabra empleada para nuestra comunión con el Señor es la que se emplea en relación con la comunión de recolectar el dinero (2 Co. 8:4). Esto subraya claramente el carácter espiritual del dar. Además, el dar es un don espiritual (Ro. 12:8) que está al alcance de todos los creyentes para tenerlo y usarlo. Y es un don que todos los cristianos pueden ejercitar sin tener en cuenta la situación financiera del individuo. Siempre hay una tendencia, cuando leemos pasajes bíblicos que hablan del dinero o de la gente rica, de aplicarlos a otra persona. Invariablemente miramos a la persona que se encuentra en mejor situación económica que nosotros, aplicándole a él los susodichos pasajes. Con muchísima facilidad olvidamos que hay otras personas que están en el escalafón inferior al nuestro en materia de posibilidades económicas, los cuales pudieran mirarnos a nosotros ¡para aplicamos la enseñanza a nosotros! Cada uno de nosotros es rico en comparación con otra persona, de modo que tales enseñanzas se aplican a cada uno de nosotros. ¿Cuál debe ser la norma que nos guíe para este dar de gracia? Indudablemente, el pasaje bíblico que más concisamente nos presenta el principio básico de dar es 1 Corintios 16:2: "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas». Estudie los cuatro principios que encierra este pasaje de 1 Corintios 16, en el curso Equilibrio en la Vida Cristiana, disponible en el Ciclo de Vida y Hogar Cristiano.
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Escrito por:
C. Ryrie - Equilibrio en la Vida Cristiana
Fecha de publicación
8/3/2011 11:56 AM
Número de visitantes
3968
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