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La motivación de un líder - Primera parte

"Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios,y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros". 1 Pedro 5:1-7

Pedro era el líder natural de la banda apostólica. Lo que Pedro hacía, los otros hacían; a donde Pedro iba, los otros también iban. Los errores que cometió, que surgieron de su personalidad impetuosa, fueron muchos, pero su influencia y liderazgo fueron incomparables. Hacemos bien en ponderar el consejo de los años maduros de Pedro a los líderes espirituales de todas las generaciones. Pedro recomienda encarecidamente que nos aseguremos de que la «grey de Dios» sea alimentada y cuidada debidamente (1 P. 5:2). Esa es la responsabilidad primordial de un pastor. En estas palabras podemos oír la resonancia de la inolvidable entrevista que tuvo con Jesús después de su fracaso, la entrevista que lo restauró y le aseguró del continuo amor y cuidado de Jesús (Jn. 21:15-22). Asimismo, estos «expatriados de la dispersión» (1 P. 1:1), acerca de quienes Pedro escribió, estaban ellos mismos pasando por serias tribulaciones. Pedro podía compadecerse con ellos y por ellos y, pensando en esto, escribió esta carta a los ancianos. Pedro no enfoca a sus lectores desde lo alto, como apóstol virtuoso. Más bien, adopta la posición de co-anciano, caminando al lado de los otros, y llevando cargas similares. También escribe como un testigo de los sufrimientos de Cristo, uno cuyo corazón fue humillado y quebrantado por el fracaso, y conquistado por el amor del Calvario. Es un líder que mira a otros a la misma altura, pero no desde un nivel superior. La obra de Dios requiere el corazón de un pastor.

Primero, Pedro trata de la motivación de un líder.

El líder espiritual debe emprender su trabajo voluntariamente, no por coerción. Los líderes de la iglesia en los días de Pedro enfrentaban desafíos que amedrentarían el corazón más intrépido. No obstante, Pedro recomienda encarecidamente que no desmayen ni retrocedan. Los líderes tampoco deben servir respondiendo al sentido de un mero deber, sino por amor a Dios. El trabajo de pastorear y ayudar a que los nuevos creyentes crezcan, debe hacerse «como Dios quiere», no dirigido por preferencias ni deseos personales.
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Escrito por:   O. Sanders - Liderazgo Espiritual    Fecha de publicación  8/20/2012 10:02 PM
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